martes, 14 de enero de 2025

Reyes 25


Carlomagno

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Mientras la España del Santo Consenso, ese circo ambulante de seres extraordinarios, dirime quién es la Reina del Pueblo, Lalachus o Pedroche, la Nación medita en Reyes el Mensaje del Rey verdadero sobre el “Bien Común”, que en la vida real es el catalanismo, y pasa ahora por la inscripción federativa del futbolista de pelo “rubichi” Dani Olmo. ¿Qué diría el Xenius de pelo negro barcelonés?


Yo no conocí al Xenius de pelo negro –gustaba de decir Gecé sobre don Eugenio d’Ors, con su “apellido totémico del pirineo: Ursus, Ors, el de las cejas ursinas”.


Gecé lo conoció cuando ya no se llamaba Xenius y tenía el cabello gris; cuando había llegado ya a Madrid perseguido por los gritos iracundos de sus catecúmenos, que le llamaban “¡Tránsfuga!” y cosas peores. Estaban en el Instituto de España y discutían de Carlomagno. “¿Usted no admira a Carlomagno?”, pregunta D’Ors. Y dijo Gecé: “A mí, como español, es un nombre que me estremece. Me estremece como español que ama a Cataluña hasta la muerte. Como español que no olvida, a pesar de los siglos, que Carlomagno fue el fundador de la Marca Hispánica, del primer Estatuto catalán, de un Separatismo fuerista y monárquico, pero separatista”.


Carlomagno es una ensoñación en la España de Urtasun, que es una España de CI negativo donde reina, no el Derecho (¡aquélla facultad de las cosas inútiles!), sino el cojonudismo de la Arbitrariedad, con nuestros juristas de Estado arrancando páginas del Código como Groucho las arrancaba del contrato de la ópera o John Huston del guion cinematográfico, si se pasaba las fechas de producción. ¿Y el Bien Común?


En el franquismo el Bien Común fue el concepto filosófico escogido para asentar la “democracia orgánica”. De la otra, la representativa, que es la buena, en España nunca hemos tenido noticia, pero su inventor, Hamilton, la asentó sobre el concepto de “Bien Público”. Ni el “bien común” de Santo Tomás (ellos eran protestantes) ni el “bien general” de Rousseau (ellos eran de Montesquieu). Bolaños, que no ha abierto un libro en su vida (“libros no, que una vez ya le regalaron uno”, pidió la esposa de un ministro franquista a los Reyes), ha debido de decirle a Sánchez que “bien común” es “sentido común”, y eso va diciendo él por ahí a sus cabestros, que no han necesitado leer a Gramsci para saber que el sentido común no sirve para la izquierda.


Sobre “lo público”, matizaba Dalmacio Negro en sus discusiones teóricas con Trevijano que en el mundo anglosajón no hay diferencia entre lo público y lo privado (ni moral pública y privada ni Derecho público y privado…), porque ni Inglaterra ni América tienen Estado, que es nuestro caso, donde el Estado es lo público, y el resto, lo privado. Aquí pasamos del Estado de obras al Estado de desguace, en nombre, eso sí, de la concordia, o “reparto del botín, en la casi “escopofílica” visión de Ortega.


[Martes, 7 de Enero]