viernes, 10 de enero de 2025

Año Nuevo 2025



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El Año nuevo suele comenzar como termina el Año Viejo, mal, con arreglo al principio de continuidad de Leibniz, sobre todo en España, donde toda la vida privada depende del Régimen político, burda repetición (forma de farsa) del Directorio francés (forma de tragedia). Su nacimiento fue descrito por el coordinador de la Junta Democrática: “Se intenta continuar el robespierrismo sin Robespierre (Arias), pero ante la alegría popular, y tras un intento de tímida apertura con el Anacreonte de la Guillotina, Barère (Fraga), los mandamases instalados en el Estado proponen un pacto de la concordia entre exaltados y moderados (pacto de reconciliación nacional) con reparto de poderes del Estado, olvido del pasado y ley electoral que perpetúe la situación; el centrista Boissy d’Anglas (Suárez) presenta una Constitución de consenso y el Estado, sin división de poderes, es gobernado por Barras (González)”.


Todos estos personajes se resumen hoy en Bolaños. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Degenerando. (Miranda, banderillero de Belmonte, llegó a gobernador civil de Huelva. “¿Cómo?”, preguntaron al matador. “Pues degenerando, degenerando”, contestó el trianero.) Bolaños, personaje de un Régimen que le permite ser ministro de Presidencia (Ejecutivo), Cortes (Legislativo) y Justicia (Judicial), además de diputado de lista cerrada por sistema proporcional con escaño en Banco Azul, ha tenido el cuajo intelectual de tuitear:


Vaya, vaya, resulta que somos el Gobierno que más leyes ha aprobado en 2024. Más que cualquier gobierno autonómico, incluidos los que cuentan con mayoría absoluta. En total, 25 leyes que amplían derechos y libertades, más que cualquier CCAA.


En la tribuna va de Robespierre que viene de dormir en el coche, ignorando que el Incorruptible fue defensor cabal de la separación de poderes, doctrina que lo llevó a negar a los ministros el derecho “de entrada y de voz” en el cuerpo legislativo:


Todo lo que tiende a confundir los poderes aniquila el espíritu público y las bases de la libertad.


Que por eso los “pâtissiers” del momento, aun sabiendo que si el rey o sus ministros entraban en la Asamblea el cuerpo legislativo dejaba de ser cuerpo deliberante, pastelearon la solución del Banzo Azul, cargándose (para siempre en Europa) la Constitución, es decir, la democracia representativa.


La culpa no es de Bolaños, después de todo hijo de su tiempo. Él es un legisperito salido de la Complutense. Lo explicaba Jerónimo Molina en su despedida a Dalmacio Negro: con la Ley Maravall, los socialistas se merendaron la universidad: “Ni siquiera en las ‘oposiciones patrióticas’ de la posguerra llegó a la cátedra una colección de ignorantes como ésta. Algunos de esos teratológicos catedráticos parecían venidos directamente de los Programas de Alfabetización de Adultos. La universidad española, convertida, sin embargo, en el tonel de las Danaides, nunca había caído tan bajo”.


Y debajo estamos nosotros.

 

[Viernes, 3 de Enero]