domingo, 5 de enero de 2025

Gas



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Mario Gas, el Sófocles de Montevideo, es un personaje de muchos aspavientos. “Gas en cada piso”, avisaba un letrero antiguo de Madrid. Gas como aquél, hoy, ya sólo puede encontrarse en el Español, el teatro municipal que se ha hecho universal por suspender la gala de un cómico famoso por sus regüeldos. ¿Suspensión gubernativa? No. ¿Municipal? Tampoco. ¿Entonces? Todo indica que Gas, asustado por el riesgo que podía correr su sueldo, dijo a su amigo el de los regüeldos: “Vete por donde has venido.” Lo demás estaba cantado: ayes y más ayes por el himen de esa bella y graciosa moza que es la Libertad de Expresión.


Cuando vine a Madrid ya sabía a qué me exponía. ¡No tardé ni dos días en comprobarlo!


Gas vino de Barcelona, cuyo “seny” ha convertido a la banda juvenil “Latin King” en una Organización Cultural de Reyes y Reinas de Cataluña, presidida por Queen Melody, que ya debe de beber sola, ay, sus vasitos de agua clara.


Moriré resant el Credo: ¡Crec en la resurreció de la carn!


Y vino –Gas, no Melody– a la sopa boba del teatro subvencionado en la capital. En su “Diccionario políticamente incorrecto”, Rodríguez Braun saca a relucir el caso de Peter O’Toole, quien, preguntado por la crisis del teatro en una TV de España, contestó: “Sí, las cosas están mal, pero yo espero que algún día se acaben los manejos políticos y los subsidios, para que el teatro mejore.” Resultado: O’Toole no volvió a salir en una TV de España y a Gas sus amigos lo pusieron a dirigir el Español, donde la función más popular ha sido precisamente la que no se ha dado. ¿Por qué? Porque a Gas no le ha petado. Digámoselo, pues, con el editorial de un periódico de progreso: “Con sus temores a la irritación del radicalismo, lo que ha logrado la dirección de la Deutsche Oper ha sido indignar a las sociedades libres y democráticas y alarmar a todos los individuos que luchan en todo el mundo por conseguir unas cotas de libertad de expresión como las que existen en Europa...” El resto, en fin, puede sustituirlo uno por un polvorón.


Hombre, no hay comparación entre la cancelación de una ópera de Mozart, que es lo que censura el editorialista de progreso, y la cancelación de una tragedia de Paco Rubiales –dirán ustedes.


Ya lo creo que hay comparación. La ministra de Cultura la ha hecho, pero a favor de Rubiales, que es de los suyos, mientras que Mozart... ¿quién nos dice que no era un fascista? El mármol egabrense ha lamentado lo de Mozart. Pero...


Pero lo de Rubiales es todavía más lamentable.