sábado, 11 de enero de 2025

Gelman



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


La piñata cervantina acaba de caerle al poeta e “intelectual comprometido contra la barbarie” [de derechas] Juan Gelman, que es lo que los costumbristas llamarían un “pelma interior”, sucesor de otro grande “pelma interior”, Gamoneda.


Un “pelma interior” es el pelma que busca la compañía de un “pelma exterior” para no quedarse consigo mismo y así poder aguantarse [un poco]. Me hacía ilusión la candidatura de Nicanor Parra, pero don Nicanor no practica lo que se dice ningún camisetismo, y estaba perdido. La morterada cervantina, en dinero contante y sonante del Tesoro de un Estado neoliberal administrado por socialistas, es inmensa. Esa morterada es la que, como decía el otro, ha convertido al Cervantes en una rumba bailada alrededor de un jamón.


La mentira es una forma de la cultura.


He ahí una verdad –que vale un jamón– de Gelman, en quien todos los culteros han dado en admirar su compromiso político y su sufrimiento de víctima del terrorismo de Estado [de derechas].


El compromiso político de Gelman comienza a los siete años... con nuestra guerra civil: colecciona el papel de estaño de los chocolates porque con ello se harán balas para los republicanos. De mayor llega a gerifalte montonero. Y en el exilio mejicano entrevista a un rusoniano subcomandante Marcos que vagamente admira su poema “María la sirvienta”, la niña que, obligada por la sociedad, comete un crimen. Ahora Gelman escribe que se las pela contra la democracia americana y su demonio, Bush, además de propagar el meme progresista de los 600.000 muertos en Iraq, lo que nos ayuda a situar las socarronas palabras del director de la Academia, señor Concha, de que Gelman parece abierto a “un compromiso mayor con... la realidad”.


¿Su sufrimiento de víctima? Celebremos la repentina sentimentalidad desatada por ello entre los culteros, que, sin embargo, contrasta escandalosamente con la doctrina oficial del progrerío español para las víctimas, resumida en el rizo de Ferlosio (otro Cervantes) del “Nenikékamen!” y su derivación conceptual: la “escatologización de los antagonismos”. Literal y ferlosianamente dicho:


Habría que congratularse de que al menos [las víctimas] hayan tenido la fortuna de no haber servido para nada.


Pobre don Nicanor, cuyo epitafio ajusticia poéticamente a la ocasión: “Por mí no se preocupen. Estoy mejor que cuando estaba bien. Descansen en paz.”