Jules Ferry
Hughes
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Jules Ferry, un importante político francés de finales del siglo XIX, republicano de izquierdas, presidente del Consejo de Ministros y ministro de Instrucción Pública y Exteriores en la III República.
Ferry pasó a la historia como el creador de la escuela francesa: pública, gratuita, obligatoria y laica.
Su objetivo era: «Hacer desaparecer la última, la más terrible de las desigualdades que tienen su origen en el nacimiento, la desigualdad de educación.»
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Con el impulso de la Revolución no lejano, se trataba de crear una educación para un nuevo ciudadano, emancipado de la religión católica; dar al ciudadano una moral, elementos de moral pública, pero no fundamentados en la religión sino en principios nacionales. Como escribió en su célebre Carta a los maestros , «fundar entre nosotros una educación nacional», frase que nos lleva a preguntarnos, muchos años después y para el caso español, ¿en qué quieren fundamentar la moral pública los imitadores afrancesados ibéricos que eliminan lo nacional tras haber eliminado a Dios?
En esa carta hay, por cierto, un consejo práctico para cada maestro, una especie de regla de comportamiento, la interiorización de un auténtico pin parental: «Si a veces os embarga la duda de saber hasta dónde os es permitido ir en vuestra enseñanza moral, he aquí una regla práctica a la que podéis ateneros: antes de proponer a vuestros alumnos un precepto, una máxima cualquiera, preguntaos si se encuentra, al alcance de vuestro conocimiento, un solo hombre honrado que pueda sentirse ofendido por lo que vais a decir. Preguntaos si un padre de familia, digo uno sólo, presente en vuestra clase y que os escuche, podría de buena fe negar su asentimiento a lo que os oiga decir. Si sí, absteneos de decirlo; si no, hablad resueltamente, pues lo que vais a comunicar al niño, no es vuestra propia sabiduría, es la sabiduría del género humano, es una de estas ideas de orden universal que varios siglos de civilización han hecho entrar en el patrimonio de la humanidad. Por estrecho que os parezca, tal vez, un círculo de acción así trazado, haceos un deber de honor de no salir jamás de él, permaneced más acá de este límite antes que exponeros a franquearlo: no tocaréis jamás con demasiado escrúpulo esta cosa delicada y sagrada, que es la conciencia del niño». ¿No debería el ministerio de Educación enviar esto a cada maestro español para que sirviera de límite moral y pedagógico?
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Las leyes escolares de Ferry fueron importantísimas para desarrollar la escuela primaria francesa y, con ello, la República, pero junto a esa dimensión suya hubo otra, que se desarrolló en política exterior. Ferry era colonialista, e impulsó expediciones a Asia y África con justificaciones políticas, económicas y también puramente racistas. Así lo expresó en un discurso ante la Asamblea francesa: «La política de expansión colonial es un sistema económico y político… que puede ser relacionado con tres tipos de ideas: ideas económicas, ideas de mayor alcance relacionadas con la civilización e ideas de tipo político y patriótico. (…) ¡Señores, debemos hablar más claro y honestamente! Debemos decir abiertamente que efectivamente hay razas superiores que tienen derechos sobre las razas inferiores… Repito, las razas superiores tienen derechos porque tienen deberes. Tienen el deber de civilizar a las razas inferiores».