viernes, 21 de julio de 2023

Rod Stewart




 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Aplazada por la Otan la tercera guerra mundial (por falta de munición, según Sleepy Joe, y había que ver en esa cumbre de Vilna la mala cara de Sánchez, “warrior” nato, aunque ya la arrastraba así desde el
debate en Atresmedia, donde también se quedó sin munición), marchamos a pasar la noche al Wizink, donde el mago Copperfield intentara una vez echar a volar con Polanco, esta vez para ver a Rod Stewart.


    Rod, que de joven fue sepulturero, es ahora un boomer rockero a quien por su aspecto en la calle confunden con Teresa Ribera, la ministra que se ha hecho mundialmente famosa por la estupidez de recorrer en bicicleta cien metros, escoltada por vehículos blindados, que parecía el Viático, para acudir a una cumbre climática a la que había viajado en jet privado. Bien por Rod, el único caballero de su edad con pantalones en Madrid, donde todos los viejales deambulan en gayumbos, y bien por Ribera, que haciendo el canelo en la bici se creía la musa de un video de “I Don’t Want To Talk About It”, que este progresismo (“el paganismo de los imbéciles”, lo llamó Baudelaire) es por lo que les vota la gente en épocas estúpidas como la nuestra.


    Las épocas estúpidas son un decir de Ortega, musa periodística de “El Sol”, “Crisol” y “Luz”, que vivió en una de las más interesantes. El filósofo se había comprometido a poner medio millón de pesetas del año 32 para salvar “Luz”, pero llegado el momento intentó que lo pusiera Azaña a cambio de unos halagos. “Ortega padece ahora un azañismo in tenso y calenturiento”, anota Azaña: “Que yo soy el mejor de los políticos descubiertos por la República, y ha preguntado muchas cosas de mí: si trabajo mucho, si soy terco… En fin, informes. ¡Y le conozco hace veinticinco años! Asegura que la adhesión del país hacia mí aumenta, pero con frialdad, sin entusiasmo, y que hay que elevar la temperatura…”


    –Eso proviene de que no soporta la estupidez –le explica Amós Salvador, amigo ateneísta y confidente de Azaña, a Ortega.


    Y Ortega aprovecha para ofrecerle “Luz”, que con quinientas mil pesetas se salvaría la situación, y que “Luz” se inclinaría a seguir a don Manuel Azaña en vez de seguir a don José Ortega, que reconoce no tener condiciones para la política práctica “y que la idea de sentarse en el banco azul le horroriza”. Era la primavera de 1932. En 1942, un economista, Schumpeter, tuvo la curiosidad de estudiar un extraño fenómeno: el de la gente inteligente actuando como estúpida al contacto con la política. Apartó a un lado la cháchara de abstracciones absurdas con que los europeos arropan el concepto de democracia (soberanía popular, voluntad general, Estado de Derecho…), y concluyó que en política el listo se vuelve tonto porque le sale gratis.


    Esto, desde luego, explicaría la nueva politología andante, mas no el radiante parecido de la ministra Bicicleta con Rod Stewart.

 

[Viernes, 14 de Julio] 

 

 

Rod Stewart en Madrid