Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El centro es lo que tiene (no diré yo qué), e Inés Arrimadas corre a felicitar a Macron como Ursula von der Layen al primer ministro pakistaní:
–Felicité a Shehbaz Sharif por convertirse en primer ministro. Esperamos profundizar en cambio climático.
Valores Europeos. También la V República salió de un golpe de Estado de De Gaulle, el último gigante, que copió (mal) la Constitución de los Founding Fathers.
Con Le Pen en el papel de Poulidor (Pou Pou, el eterno segundón del Tour), ganó Macron, el ungido del sistema. Fenómenos como el Brexit o Trump sólo son posibles en Anglosajonia, que en 1688, contra la monarquía absoluta y católica del último Estuardo,
inventó el principio de representación inspirado por el espíritu
individualista del protestantismo calvinista. Como estas lecturas
antiguas aburren, los chacharólogos prefieren decir que Macron ganó
porque en el debate con Le Pen él se sabía las cifras de inflación, y
ella, no, chascarrillos que gustan al votante del todo a cien. De Giscard, que era un Pitagorín, se decía que en el 74 estuvo a punto de perder con Mitterrand porque no supo responder a una periodista que le preguntó el precio del billete de metro. Y aquí tenemos la anécdota del Pizarro-Solbes del 2008.
Lo mejor de Macron es que con él se cumple la boutade que Rousseau dedicó a los ingleses, que sólo son libres, según él, el día de las elecciones. Con motivo del festejo electoral, Macron guardó la tralla de azotar a los chalecos amarillos, permitió gritar “abajo la República” y suspendió el pase sanitario, porque, según sus expertos (experto = opinión de la elite), hasta el virus del pangolín se toma un respiro para votar a Macron.
Mi homenaje al pequeño emperador de la UE (“lo mío del Sahara gusta a Francia y Alemania”, dice Sánchez) fue ir a Las Ventas a ver al francés Thomas Dufau bailar con el demonio, de nombre “Rastrojero”, de Saltillo (saltilleros, saltilleros, somos gente comunera), a la luz de la luna menguante. Allez, Allez, Allez.
Rastrojero