Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El Barcelona de Xavi, La Xavineta para el vulgo, comienza a competir, vamos a llamarlo así, en Getafe, pero a puerta cerrada, en cumplimiento de una sanción que el club del Cerro de los Ángeles (el helipuerto divino en “La tournée de Dios” de Jardiel Poncela) arrastra desde hace más de seis años. ¿Y la cabeza de cochinillo?, se preguntan los getafeños, recordando el asado de lechón con que la parroquia culé saludó el regreso de Figo al Campo Nuevo arrojándole aquel cráneo tostado en su visita a un córner. ¡Lo nunca visto! La Autoridad Competente, en cambio, entendió que una cabeza de cochinillo tiene sentido “para la ironía, el cinismo, lo grotesco, el desprecio y la burla”, todo lo contrario, por ejemplo, que una cabeza alemana, al decir de Otto Flake, autor de “La ciudad del cerebro”, que veía en esa carencia el gran defecto nacional.
Todos los beneficios aparentes que recibe el Barcelona cuentan con una base cultural que los Roures, Rubiales, Tebas, Ceferinos e Infantinos respetan y sustentan. Es la Cultura Culé, que sirve de base a la Marca España, con sus finos juristas como salidos de la Universidad de Cervera, donde la funesta manía de pensar. Uno de esos cráneos privilegiados exponía el otro día la cuestión al hilo del fichaje del turco Arda Güler por el Real Madrid, “el club estado español –escribía– que es lo mismo que decir el club estado madrileño porque España, hoy, es Madrid y poco más, cosas del chovinismo castellano”, lo cual es una maravilla, casi una valdanada, del genio hispánico.
–Pues es un pote lleno de animales muertos –explicaba el otro día un camarero vegano de un tascón del Camino a un peregrino que preguntó qué llevaba el pote gallego.
La metáfora valdría para comprender la Marca España que se impone en toda Europa, donde la Uefa acaba de aprobar la multipropiedad en el fútbol. Igual que Wyoming saltó a la fama como multipropietario de pisos, los jeques saltarán a la fama como multipropietarios de clubes que podrán participar en la misma competición, que será un disparate, pero también un negocio, y si vamos a ser todos liberalios, comencemos por serlo en el fútbol, y que la mano invisible del mercado (algo que nunca ha existido, aunque siempre ha quedado bien decirlo) decida el ganador de la Champions. La multipropiedad es una revolución que acaba con lo que conocemos, y por eso los arqueólogos románticos escarban en las hemerotecas para alimentar nuestra nostalgia, como esa entrevista de Olga Viza a Luis Bassat, el publicista que se postuló para presidente del Barcelona, que nos dejó esta joya del librecambismo hispánico:
–Cuando me presenté a las elecciones, una persona del Barça me dijo: “Y tú ¿cómo quieres ser presidente, si hay muchas cosas que no sabes?” “¿Qué cosas?” “Por ejemplo, cómo se compra a un árbitro”.
Era el 5 de Mayo de 2013 en el país del “laissez faire, laissez passer”, que no es Francia, sino España, es decir, “Madrid y poco más, cosas del chovinismo castellano”, donde todo el mundo sigue esperando a Mbappé, el anti-Tigriño, entendiendo por Tigriño al nuevo Ronaldo, así lo presentan, de La Xavineta.
–Por su comportamiento en los dos últimos años, Mbappé ha demostrado que todavía no es un jugador capaz de guiar realmente a un equipo. Es un gran jugador, no un líder. Es un gran goleador, no un creador de juego. Es difícil construir un equipo a su alrededor.
Eso acaba de decir Leonardo, el guaperas brasileño que ocupó la dirección deportiva del PSG, y de quien Ancelotti no guarda buen recuerdo; de hecho, Leonardo es el único villano que sale en sus memorias:
–Leonardo era amigo mío, o eso creía, pero no me dio ninguna explicación del trato que me dispensaban en el club. Eres el jefe, así que nadie discute que tengas derecho a echar a quien te apetezca: compórtate como un hombre y en paz. Así he aprendido que ser despedido, y ser fichado, pocas veces tiene que ver con uno.
Ancelotti se sintió maltratado en París por un tal Leonardo que en la víspera de un partido de puro trámite tuvo la desfachatez de abordarlo para decirle: “Si no ganas este partido, te vas a la calle”.
En el haber moral de Leonardo sobre el caso Mbappé hay que decir que el brasileño nunca quiso en su equipo al figurón francés, que ya sólo dispone del Real Madrid para despegar en una carrera brillante, aunque el Madrid, tiene dicho Ancelotti, constituye una clase propia: “El tiempo para adaptarse y el tiempo para mantener el éxito están más comprimidos que en los demás clubes”.
BALE Y LA PRENSA
Bale pasó por el Real Madrid como un genio autista para el periodismo, del que debe de tener una idea bastante parecida a la que Howard Hawks cinematografió en “Luna Nueva”. De su maltrato en los medios tiene una explicación, que acaba de hacer pública: “Una de las razones por las que la prensa en España fue tan mala conmigo era que no les atendía. Firmas como galáctico y esperan que estés en todos lados, y yo era todo lo contrario. Solo quería jugar mi fútbol y luego desaparecer de nuevo en la oscuridad. Podría hablar español, pero no me gustaba porque sólo quería hablarlo en privado y no tener gran alboroto a mi alrededor. Tal vez por eso me atacaron, pues en realidad nunca doy mucho. Probablemente no me entendían como persona”.
[Lunes, 17 de Julio]