Francisco Javier Gómez Izquierdo
Uno de los casos más extraños e incomprensibles que puedan producirse en el el fútbol es despedir al entrenador que adora la afición. Si tal despropósito acontece en Sevilla, las consecuencias no pueden ser más que catastróficas, y así marchó Mel y el Betis quedó herido de muerte. “Garrido no te queremos” cantaba el respetable a un hombre que aún no había firmado y que pareció enloquecer de repente con unas extravagancias tras las derrotas con las que parecía dar carné de incapaz a sus futbolistas. El Betis, que nos suena alegre, ha sido un equipo tan triste que hasta nos ha dado pena su complejo de orfandad y desvalimiento.
El cuerpo bético ya estaba hecho al descenso mientras que el pucelano y el pamplonica lo han estado temiendo toda la temporada. Osasuna y Valladolid empezaron con las plantillas más modestas de los veinte y aunque pronto mostraron debilidad, llegaron a ponerse farrucos ante los grandes en un gesto tan digno como inútil. Si el Valladolid hubiera apretado ante el Granada como ante Barça y Real Madrid continuaría en Primera División, pero la realidad es que ha sido de los peores y no es injusto el descenso.
Me duele lo de Osasuna, de quien fui abonado dos temporadas cuando no había equipo más formal en España y al que la FEF castigaba de forma injusta a sabiendas. El presidente Ezcurra padeció al señor Roca en lo económico, que repartió millones entre los dirigentes manirrotos de 1ª y se los negó a los gestores austeros como don Fermín, que como nada debía, nada recibió... y el entrenador Pedro María Zabalza al pintoresco Ramón Irigoyen que cambiaba la competición a mitad de temporada, inventando unas liguillas argentinizadas para salvar al Cádiz de los descensos.
En aquel Osasuna acababa el hoy locutor Robinson, que tenía un coche que me parecía el no va más, y empezaba el Cuco Ziganda, al que vi avergonzado chulear -perdonable a los veinte años- desaforadamente en un pub de San Juan. Un año estuvo Mel, con el que ya he contado que nos juntó un diluvio; empezaba también Unzúe, Goicoechea y el central Arozarena, que luego fue el fichaje más mediático del Marbella, cuando subió a 2ª; Ibáñez, Rípodas, Sola... En aquel sembrado se puso a segar el presidente Gil por consejo de Clemente: Bustingorri y el Pizo Gómez, al que de aquellos enredos con don Jesús le han llegado asuntos hasta en los ERES.
En realidad lo que quiero referir con este recuerdo a uno de “mis equipos” es el inolvidable partido que viví contra el Sevilla y que tanto he contado. Cambió Azkargorta a Pablo Bengoechea, creo que a cosa hecha, y todo el Sadar se levantó admirado y agradecido ante la sensacional actuación de un artista. ¡Qué partido del uruguayo! De lo mejor que yo haya visto nunca. Ganó el Sevilla 1-3 ó 1-4 y Bengoechea todo lo hizo bien, bonito y elegante. Al final del partido tenía intención de esperar la salida de los futbolistas por saludar a Cholo, que era y es de Gamonal. Al pasar Pablito a nuestra lado y verlo tan poquita cosa no pude reprimir “qué grande es usted” y por ver si se paraba ..“dígale a Cholo que le agradezca el gol que le ha dado”. No se paró..., pero para mí Osasuna y el Sadar siempre irán unidos a Bengoechea. Cuando un conductor de autobuses sevillano al que conocí en curiosas circunstancias me contó que al pasar por el Sánchez Pizjuán indicó a un pasajero que parecía hablar en argentino, que allí jugó Maradona, el pasajero le corrigió:
-Perdone, ahí jugó don Pablo Bengoechea.