La entrada de Jorge Bustos Táuler
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Que vivas en un tiempo interesante, dice una antigua maldición china.
Y lo más interesante que hoy nos trae el tiempo es esa final de Lisboa que refuta lo que Alcántara escribió, allá por la primavera del 70, del Urtain-Weinland en el abarrotado Palacio de los Deportes de Madrid:
–Estamos viendo un dramático combate de boxeo. Quiero decir, uno de esos espectáculos rezagados que les será imposible ver, porque no los habrá, a nuestros nietos.
No en el boxeo. (Y tampoco en los toros.) Pero, al menos en el fútbol, este Ancelotti-Simeone puede ser un espectáculo muy parecido a aquel Urtain-Weinland.
La pegada soberana de Ancelotti y la resistencia legionaria (el éxito es cuestión de aguante) de Simeone.
–¡Al toro, que es una mona! –gritaba a sus legionarios, herido en el terraplén, Millán Astray, en la toma de las Tetas de Nador.
Para los madridistas puede ser el Día de la Décima, que suena a Álex de la Iglesia.
Mas para los atléticos puede ser el Día de la Primera, que suena a Comunión.
Primera o Décima, será la Copa creada en París por don Santiago Bernabéu (contra la opinión de la Federación Española del atlético Juan Touzón).
Me gusta este guerracivilismo madrileño que escapa a la perorata de Carl Schmitt, filósofo de la guerra civil universal.
En provincias te hacen preguntas de la guerra civil:
–¿Es verdad que han tapado a Neptuno y la Cibeles?
Al fútbol, que se juega con los pies, debemos hoy los españoles nuestro último sentido de hispanidad, eso que nos hace sentirnos españolados alrededor de un balón en suelo extranjero y con árbitro europeo.
Y a las once de la noche no habrá dos lugares más distintos en el mundo que el vestuario del vencedor y el vestuario del vencido: “En el de Wajima –escribió Alcántara en aquel Tokyo de mayo del 76– se habla de muerte y en el de Durán entra ahora un gigantesco trofeo dorado con un lazo rojo, lleno de púgiles y de águilas”.
–Yo os juro que si Wajima muere, será ésta mi última crónica de boxeo.