Puro de reglamento
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La cultura española es la industria del reglamento (un español, un reglamento), con sus comisarios políticos y sus sexadores de pollos.
El sexador de pollos coge a un español, que es el pollo, le sopla en el obispillo y determina si es de los otros (fascistas son siempre los otros), como Ruano, o de los propios, como Camba.
Lo mejor de Camba es su “Haciendo de República”, colección de artículos prohibidos por la República y salvados por don Pedro Sainz Rodríguez, pero los sexadores de pollos han exhumado a Camba para soplarle en el obispillo y determinar si esos artículos fueron obra suya o, como quisieran, de Jaime de Andrade, seudónimo de Franco.
Un artículo se titula “La Guardia Civil”, una de las pocas cosas que funcionaban bien en España, y “de ahí su impopularidad”, pues al español no le gusta que las cosas funcionen bien, porque si las cosas funcionan bien, él tendría que funcionar bien a su vez, y este sistema no le ofrece ventaja alguna.
Para un guardia civil, escribe Camba, no había nada en el mundo más que el reglamento. Un día, en una partida de tute con el cabo de la Guardia Civil, salió el nombre de Guzmán el Bueno, y alguien comentó: “Ustedes dirán lo que quieran, pero eso de que Guzmán el Bueno ofreciera su propio cuchillo para que le degollaran al hijo, francamente, a mí me parece una barbaridad”. A lo que el cabo contestó:
–¿Y qué iba a hacer el hombre? Seguramente su reglamento no le dejaba otro camino.
El otro día, en un partido de fútbol Gerona-Castilla, un jugador se desplomó conmocionado en el césped, pero el árbitro, de nombre Mayordomo, no sólo no paró el juego, sino que expulsó del campo al doctor que luchaba por salvar la vida del futbolista: “Expulsé al médico por dirigirse al cuarto árbitro a voces con los brazos en alto, en los siguientes términos: ‘Para el puto partido’. Seguidamente entró al terreno de juego sin mi autorización”.
Para los que dicen que en España ya no hay autoridad.