martes, 20 de mayo de 2014

Higos



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    De todas las sevicias cometidas durante 532 días con Ortega Lara, me sobrecoge especialmente el gracejo sañudo de Bolinaga con su víctima, a la que a veces daba de cenar higos secos:

    –Cómetelos, que son muy afrodisíacos.
    
En un cesto de higos, ay, lleva el rústico a Cleopatra el áspid, pero Bolinaga no tiene nada de shakesperiano. Su chiste ni siquiera sale en los “Ocho apellidos vascos”, dando pie a que “Gara”, sucesor cultural del “Egin” de “Ortega Lara vuelve a la cárcel”, censurara en la exitosa comedia española el “despropósito” de que “intérpretes que no son vascos jueguen a hacer de vascos”, si bien el director está agradecido a Bildu, “hasta el punto de que los principales decorados nos los buscó el concejal de Cultura de Leiza”.
    
No he visto la comedia, pero por los chascarrillos que te cuentan su chispa tiene más de Pachi López (“¡Soy socialista y he venido a cambiar el mundo!”) que de Pío Baroja, autor, hace un siglo, de “La caverna del humorismo”, con el doctor Guezurtegui, profesor agregado a la Universidad de Lezo, y el doctor Illumbe, médico de un manicomio de Pamplona, nacionalista vasco y aficionado a la antropología.

    –Yo no soy español. Soy vasco –dice Illumbe.
    
Crania Vascónica. ¡Clericarina! ¡Clericarina! –grita Guezurtegui, que añade: “Bueno, vamos a cenar”.
    
Exentos de la maldad del caso, los “higos afrodisíacos” de Bolinaga revelarían una sensibilidad de libertino con boina en tránsito por la capital para primaverarse el alma en aquellas revistas ochenteras del teatro Alcázar en la calle de Alcalá con Rosa Valenty y Esperanza Roy (“El número del higo es una pura delicia”, anotaba a pie de reseña un director de periódico con más sentido del marketing que del glamour).
    
Pero suministrados a un muerto en vida por el escotillón de un ataúd dan lugar a la versión española, castizota, del “Arbeit macht frei” (“El trabajo os liberará”) de Auschwitz:

    –Cómetelos, que son muy afrodisíacos.