jueves, 12 de diciembre de 2013

Faraones




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ayer fui a Toledo a un recado.
    
Una cosa que no sabe la Generación Mejor Preparada de la Historia es que a Toledo viajó el 98 en 1900 para descubrir España en cuatro días:

    –Nos encontrábamos dentro de la Historia de España –anota Azorín con precisión de frutero–. Dentro llenamente de la propia España. La nacionalidad la ha creado en España la Iglesia (esto incluye a Uriarte, el gatazo Garfield del obispado carpetovetónico). El Greco nos había llevado al cardenal Romo, y el cardenal Romo, con su libro singular (“Independencia constante de la Iglesia hispana”), nos había adentrado en el corazón de España.
    
El 98 fue a Toledo para cuatro días en tren y yo lo hice para cuatro horas en coche, por la AP1, la Autopista Fantasma. Llegué a las 6 de la tarde, ya de noche, y regresé a las 8. Ni a la ida ni a la vuelta (18 euros la excursión completa) vi otro coche en el camino.

Es una soledad en la oscuridad igual a la vivida por Michael Collins pilotando el módulo de mando del Apolo 11 en la cara oculta de la Luna mientras Armstrong y Aldrin paseaban de la mano por el Mar de la Tranquilidad.

Es un lujo sólo al alcance de la Nasa de los 60 o de la España de los Faraones: Bono, el del pelazo Barry White en “Can't Get Enough of Your Love, Babe”, padrino de la Autopista Fantasma, y Gallardón, el hombre que le habría robado el odre (“Basso Profondo”) a Carlos Herrera, padrino (Gallardón, no Herrera) del tren botijo a la granja de “dibus” de San Martín de la Vega, donde hasta los gitanos atan a los galgos con catenarias.

    El tren botijo de Gallardón cierra por falta de viajeros a la Warner, ninguno de cuyos “dibus”, por cierto, aparece en la lista de masones del periodista Xavi Casinos, donde figuran desde Mickey Mouse hasta los Picapiedra, pasando por Tintín, Batman, Supermán y Los Pitufos.

    A Curro y Lola Flores, faraones del Imperio Antiguo, los han sustituido Bono y Gallardón, faraones del pueblo en el milenio nuevo.