Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al final, hemos echado de España a Adelson por “heterodoxo”.
España viene de la Contrarreforma y, para empresarios, sólo se fía de Pepín, Ortega o Núñez de Cepeda, el jesuita de las empresas o jeroglíficos avalados por Trento, que en su sesión XXV (ojo al dato) había recomendado el uso de las imágenes con fines didácticos.
¿En qué consistía la “heterodoxia” de Adelson?
–Quería saltarse la Constitución.
Pero ese deseo también lo tienen algunos españolazos redomados, como Mas, que le ha valido buenos créditos blandos de Montoro, y los etarras, que ya están en la calle y andan con el papeleo de la pensión.
–También quería fumar en espacios cerrados.
Hombre, por ahí el Gobierno, con el dolor de cabeza que le ha dado el cáncer de Bolinaga, no podía pasar, que las beatas del antitabaquismo también votan, y hay una en cada esquina.
Hasta Adelson, mi idea de la heterodoxia empresarial era distinta. No sé si será intimidar a los medios, como un señor Gordo acusó ayer a Montoro, pero todavía ando en abogados para arreglar lo que un periódico que vendía libertad sin ira me estropeó durante cinco años (de ello hace ya veinte): no ingresar a la Seguridad Social las cuotas que me descontaba, con lo que eso supondrá para mi pensión, tan ajustada, al cabo, que en vez de jugar a la petanca, pues no tendré para bolas, cantaré en un banco a la libertad sin ira: “Dicen los viejos que en este país hubo una guerra / y hay dos Españas que guardan aún, / el rencor de viejas deudas…”
Más fina, aún, me parece la idea de heterodoxia empresarial que mueve a los Cinco Toreros (o canicheros y chihuahueros, si torero es el que torea toros) del momento, que en Sevilla piden lo mismo, que es lo más, por menos, pues cada año el bichejo que llevan para abrir puertas y descacharrar relojes es más tonto y más pequeño, con lo que el único interés de su tauromaquia charra y terminal está en lo que tiene de metáfora (moral, profesional) de España.