lunes, 30 de diciembre de 2013

Buscando a Kiko Argüello

Rasca chinchonera


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

       Durante el parón invernal toda la energía madridista se ha ido en el diseño de la Grada Joven, que ocupará el Fondo Sur (¡la portería de los goles!) de los ultras desalojados por la prensa, que se tomó por la tremenda sus gritos de “las manos de la prensa fuera del Real”, o así.
  
La prensa, pues, sería ese Poder Fáctico Fácilmente Reconocible (PFFR) que dirige el fútbol.

 La primera razón que se dio para el desahucio de los ultras fue que algunos de sus miembros tenían problemas con la justicia, pero por esa regla de tres habría que desalojar la tribuna donde alguna vez fue visto el empresario Ferrán y repoblarla con niños cantores de San Ildefonso.
  
Entonces se hizo pública la segunda razón: los ultras son partidarios de la repetición del Holocausto, asunto que escapa a los dominios culturales del “As” y el “Marca”, pues daría para un curso de verano en El Escorial sobre Hannah Arendt y la banalización del mal, ya que se corre el riesgo de hacer creer a los niños que el nazismo consiste en ir al fútbol a cantar “illa, illa, illa, Juanito maravilla”.
  
Por si acaso, en el “As” ya han sacado para aclararlo a Esteban Ibarra, cuya juventud fue de tal edificación que, tras la amnistía del 77, se erigió en un grande líder moral de la Españeta, y con la garantía del Estado, que eso representa aquí una subvención.

    –La Ley prevé un Observatorio, del que formo parte, para hacer seguimiento de los ultras. Yo soy miembro de ese observatorio [por si no había quedado claro] y… vemos a Mourinho haciéndose fotos con ultras...
  
¡Mourinho! Como Guti. Como Figo. Como Raúl.
  
Pero Mourinho es otra cosa. Para empezar, alguien que escapa a la estabulación moral de Ibarra y el PFFR.

El PFFR arremete contra aquello que se le escapa, sea Mourinho, los lectores… o Hughes.
  
¿No se le escapó a Tácito la Crucifixión?
  
Mourinho está en Londres, pero hasta allí vuelan las V2 de nuestra sal gorda periodística, y para ver al Chelsea en TV hay que quitar el audio gamberro de los locutores.
  
Al iniciar este camino neocatecumenal de la Grada Joven del Bernabéu, más que la moral bizarra de un Esteban Ibarra (con su juventud de acrisoladas virtudes), se necesita el entusiasmo de un Kiko Argüello que inunde el Fondo Sur de pinturas (colorido) y cánticos de paz e himnos de esperanza, a tono con el fútbol-aurresku de Illarramendi.
  
Para los partidos con el Barcelona, cuando el piperío sobrexcitado se arriesgue a pedir “algo más”, siempre podría tirarse del padre Jony (rock español), del padre Gofo (rock mexicano) o del padre César (rock argentino), telonero, dice de sí mismo, del Papa Bergoglio.
  
Francisco tiene el rock adentro, aunque le guste el tango.
  
En marcha la Grada Joven, para la recuperación del Miedo Escénico sólo quedaría el regreso de Casillas, una vez padre, a la Titularidad de la Portería, cuyas llaves le serían entregadas por el padre Lino (el de la palomita con sotana en la foto de Ramón Masats), que las recibiría de Ancelotti vestido de don Camilo (Fernandel).




EL MODELO VALENCIANO
    Se dice que el Madrid tiene por modelo de Grada Joven a la “Curva Nord” del Valencia, cuyo presidente la considera “un sector clave para Mestalla, siempre que camine por el respeto, el valencianismo y la tolerancia”. Grande industria española, ésta de la tolerancia. Para asistir a semejante milagro socialdemócrata fuimos unos amigos a ver el último Valencia-Real Madrid y en el estadio pudimos comprobar que los cánticos más repetidos fueron “madridistas hijos de Pe”, y sobre todos, uno que, ausente Coentrao, parecía destinado a Cristiano: “Ese portugués, qué hijo… es”. De lo que hay que concluir que tampoco es tan difícil organizar una Grada Joven.