Pepe Giral, el último presidente que privatizó las armas en España
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Hace cuatro días un segurata del Consejo Europeo dio el alto a Rajoy en Bruselas, y si la cosa no pasó de ahí fue porque en Europa no tienen una ley de seguridad como la que Rajoy prepara para España, que hubiera permitido al segurata belga apresar al primer ministro español del mismo modo que Carlos V apresó en Pavía a Francisco I, y no quiero ni pensar qué Nochebuena nos habrían dado entre todos.
–The Spanish president! –hubo de gritar, saltándose la Constitución Española, un funcionario del séquito a fin de impresionar al segurata y, aprovechando la duda, arrancarle de las garras al primer ministro.
Fue un grito histórico (histérico, también), en la línea del que tuvo que pegar Lincoln a unos senadores tan recalcitrantes como el segurata de Bruselas: “Soy el Presidente de los Estados Unidos, revestido de un poder colosal.”
Lo más parecido a aquel poder colosal de que hablaba Lincoln es el poder con que la nueva ley de seguridad revestirá en España a los vigilantes jurados, cuyas empresas, algunas de ellas participadas por políticos, están sobrepasadas por la crisis, y necesitan de un impulso legal para salir a flote colocándole los excedentes al Estado. Por una vez la izquierdona de Alberto Garzón, el que hace tuis que son juanolas para progres, lleva razón: se trata de la privatización del orden público a lo Giral, y lo sorprendente es que se oponga, pues, en materia de armas, la izquierda fue siempre neoliberal.
También es casualidad que, con todas las industrias que tenemos para echárnoslas de liberales, escojamos la seguridad para hacerlo, y sólo espero que ese liberalismo “neocon” se lleve hasta el final, que sería la apertura de una sucursal de la Asociación del Rifle en la capital.
Podría pensarse que son milicias para la defensa de la Constitución en Cataluña (¡los vigilantes de la raya!), pero ésa es función que ya hacen los cómicos de Chus Lampreave e Iciar Bollaín en el anuncio de Campofrío.