domingo, 15 de diciembre de 2013

El bocadillo de Paulino

 
 
[Por eso Luis me contaba:

-Aquí llegó un tío con mucha hambre. Pidió un bocadillo pero no tenía dinero para pagar. Mi abuelo se lo puso y el tío se volvió, diciendo que había poco jamón.

(...)

-El del bocadillo cogió de la pechera a mi abuelo. Le sacó de la barra. Se enzarzaron en una trifulca de dimes y diretes hasta que la cosa acabó como las cosas acaban aquí: a puñetazo limpio. En ese momento, todos los conocidos de mi abuelo se lanzaron a por el foráneo que se acobijó en este rincón [que señala con la mano y que toqué como historia, luego sabrán por qué]. Repartió unos mamporros increíbles, lanzando gente al suelo hasta que vio el momento de huir al tren. Lo hizo a la carrera con gente persiguiéndole y el montándose en el vagón, como las historias del oeste.

(...)

Fruto de mi imaginario de los fachendosos locales, diré que el tema de conversación del loco que corrió duró días e incluso semanas. Luego salió el sol y esas pequeñas historias que son un mundo en las aldeas de antaño no quedarían coronadas de no ser por esa maldita carta que llegó a esa misma estación, con un sobre normal, un billete y una hoja en la que se leía:

Le adjunto el dinero del bocadillo que no pude pagar. Al mismo tiempo, le envío las disculpas por la trifulca creada por el hecho, pero siendo boxeador profesional, no puedo más que defenderme. Sin querer haberle creado ningún conflicto con sus allegados le saluda:

Paulino Uzcudun
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