Sin verdadero genio creador, el artista enriquecido es el verdadero pobre hombre de nuestro tiempo. Un desgraciado que se ha dejado desarraigar de su vocación y del destino de su vida por excesiva dependencia de los espurios valores sociales. Un ser mucho más digno de compasión por su fracaso artístico que de emulación por su éxito mundano.
Antonio García-Trevijano