jueves, 18 de abril de 2019

Teas

Iglesia de los jesuitas, Madrid


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Ante el espectáculo de Notre Dame en llamas, la burricie hegemónica concluye que Hitler bailaría hoy de alegría.

El sueño de venganza del líder nazi hecho realidad. ¡Y en estos tiempos de resurgir de los fascismos!
Ésta debe de ser la nueva forma de plantear lo que Azaña (“Tengo de mi raza el ascetismo y del diablo la soberbia”) llamó la “cuestión religiosa”, resumida intelectualmente por él en un enunciado famoso, “Todos los conventos e iglesias no valen la vida de un republicano”, que es la idea que mueve ahora a los republicanos de callejón a embestir procesiones.
De aquel grande hombre refiere Alcalá-Zamora en su diario de presidente el día que dejaba de serlo:
Azaña, grande en las pequeñeces de la soberbia, se preocupó y contrarió mucho hoy, día de tan diminutas preocupaciones, porque un recluta de la escolta, que no le conocía, permaneció en su lugar en posición de descanso, y no cuadrado, mientras él entraba para firmar.
¡Arderéis como en el 36!
Sólo en un mes, de mayo a junio, en lo que Hitler cavilaba el modo de pegar fuego a Notre Dame, ardieron totalmente en España 34 templos. Ya en marzo había anotado Alcalá-Zamora:

A las doce menos veinte tuvo lugar el inconcebible diálogo telefónico con el titulado ministro de la Gobernación. Con su voz leve, en la que no se mostraba emoción y sí inconsecuencia, me dijo: “No sé si sabrá usted que continúa el deporte… Sí, el de los incendios. Y con el mismo estilo de costumbre: siempre manifestaciones pacifistas, de las que al final salen grupos que incendian o atropellan. Así llevamos varias semanas”.
El presidente se interesa por los lugares de los incendios, y el ministro le tranquiliza con que es un conventillo de la calle de Lope de Vega.

¿Pero usted no sabe que allí es donde se conservan  las cenizas de Cervantes, y si la fuerza pública tolera y presencia su profanación se deshonrará España ante todo el mundo culto?
Hoy, el “mundo culto” autóctono hubiera preferido, dice, ver arder la Almudena.