López Garay, con el Córdoba
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Los clásicos ya no son tan clásicos. Te los ponen a la hora que en el Norte se juega la partida de mus y en el Sur se amodorra uno al calorcito del brasero y como comprenderán no sólo estamos corriendo el riesgo de alterar las buenas costumbres sino también prescindir de los pocos ratitos de sosiego que nos van dejando las teles y nuestros políticos. A esas horas los buenos aficionados llevan al niño infantil al campo de césped artificial y a los cómodos les entra la soñarrera porque el ribera o el montilla da mucha placidez si se ha comido como Dios manda en sábado. Los futbolistas artistas no suelen inspirarse en horas tan intempestivas, por lo que el Barça-Madrid del día de San Francisco Javier mas pareció un Deportivo-Spórting que un Barça-Madrid. También puede ser que a mí me estén cambiando los gustos, pero lo cierto es que disfruté y estuve mucho más atento en el Reus-Córdoba que en el clásico.
Reus es un pueblo donde todos tenemos un pariente, al que no creíamos capaz de colocar su equipo de fútbol en categoría profesional. Que el Reus juegue en 2ª es una rareza mayúscula, pero que López Garay no sea su capitán lo es mucho más. López Garay ha jugado de titular en más de diez equipos. Al poco de llegar va haciéndose querer y respetar por las plantillas y a mitad de temporada los entrenadores, supongo, lo ponen de capitán. López Garay, que en Córdoba estuvo cuatro campañas, fichó por el Reus para ascenderlo y a sus 36 años sigue ejerciendo de jefe como siempre ha hecho.
Pocos aficionados, salvo los propios del lugar, podrán decirle cinco jugadores del Reus, pero lo cierto es que han empezado el campeonato con mucha seriedad y notables resultados a las órdenes de Natxo González, un entrenador que quiso serlo desde txinorri y el Alavés, sin que hubiera llegado a los 30, confió en sus capacidades durante muchos años dándole el juvenil y luego el Alavés B.
Creo que los futbolistas mas importante del Reus son el citado López Garay; el central Atienza, otro cordobés que nadie supo ver de alevín; Fran Carbiá, quizás el de mayor calidad, pero que debe aprender a dosificarse; el portero Edgar Badía, el más querido en el lugar; Ramón Folch, pareja de López Garay y portador del brazalete. Arriba, junto a Carbiá, corre Crisanto, al que la pérdida de la cabellera le ha restado la fiereza con la que atacaba antaño en Las Palmas.
El Córdoba, mi equipo, sin el aburrido Oltra y con el valiente Carrión, que se atrevió a poner amateurs de titulares que han hecho cavilar a profesionales que creían tener derecho, por carestía de efectivos, al puesto, ganó en Reus 1-2, donde sólo había ganado el Levante. Admito que el triunfo se lo debemos a Kieszeck, nuestro portero polaco, en su noche más inspirada, pero el equipo me pareció bastante más alegre y con mucho más sentido común. Además, Rodri, nuestro delantero, ha vuelto a marcar, por lo que volvemos a ser irracionalmente optimistas y hacemos como que nos olvidamos de la cortedad y modestia de la plantilla.