El señor Cáceres
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Es el Mundialito de fútbol un festival japonés al que han de acudir los campeones de Europa con la obligación de ganarlo. Es torneo que se juega con el personal en sus tareas, pero como el Barça o el Madrid tienen costumbre de disputarlo son días prenavideños del que los parados y jubilados españoles se escaquean de acompañar a sus señoras a comprar los turrones y los regalos para la parentela. A mí, con los nuevos horarios que me he buscado de prejubilado, me ha pillado en casa con el pescado limpio para ponerlo a la plancha cuando llegue la familia.
No hay cosa importante que comentar del partido de semifinales jugado por el Real Madrid y el América, equipo éste del que, al parecer, su entrenador La Volpe pretende que sea estudiado y analizado en las universidades europeas del balompié. El entrenador La Volpe, por si no lo sabían ustedes, fue el tercer“arquero” de Argentina -el primero era el Pato Fillol- en el Mundial que ganó la albiceleste a la naranja Holanda con Menotti. El entrenador La Volpe lo recuerda mucho cuando se siente importunado, y como en este Mundialito no le ha gustado que su colega Zidane confiese que conoce muy poco de su equipo, el tío se ha sentido herido en su orgullo.
La plantilla y el juego del América no lo conoce Zidane, ni la inmensa mayoría de entrenadores europeos, pero no es desdoro reconocer que el señor La Volpe hará unos diez años enseñó a los preparadores de nuestro continente -tal que Guardiola- a sacar el balón desde atrás a la “volpiana manera”. Los defensas del América, como los del Granada de Paco Jémez, no están capacitados para sacar el balón con la exquisitez que sueñan sus preparadores, y si el Real Madrid hubiera estado más concentrado y “pitoso” al equipo del señor La Volpe le habría caído “ni se sabe”. El Real Madrid, empeñado en elaborar para consumo propio el derecho consuetudinario de alcanzar el gol de la victoria fuera del tiempo reglamentario, ha marcado el 1-0 en el minuto 46 y el 2-0 en el 93, y dato importante, sin que jugase Sergio Ramos.
Lo destacable de la semifinal y del Mundialito es el uso del vídeo para decidir no entiendo aún queétipo de jugadas. El penalty a favor de los japoneses no pone de acuerdo a los comentaristas, que no dejan de ser aficionados como un servidor. Tampoco a los árbitros, y esto ya es más grave. Si curiosas son las interpretaciones sobre si antes que penalty es fuera de juego o que el fuera de juego no se pita porque aún no ha recibido el balón, más peligrosa es la tardanza en decidir la incidencia. En un minuto se puede marcar un gol en cualquier portería e incluso producirse otro penalty dudoso en área contraria. ¿Qué hacer en éste segundo caso?
Pero asunto peliagudo sería que en una final de un mundial, por ejemplo, se produzca en el minuto 93 el gol que ha marcado Cristiano. ¿Es fuera de juego ? Ni el árbitro, ni usted, ni yo, ni los videntes del vídeo saben si lo ha sido. Los mejicanos del América dirán que sí. Los aficionados merengues jurarán que no. La dudosa jugada, como viene pasando desde que el fútbol es fútbol y se televisa, vendería millones de periódicos y aguantaría miles de tertulias, porque ¿qué sería del fútbol sin penaltys clamorosos no pitados, sin goles en fuera de juego, sin goles fantasma, sin goles con la mano de Maradona o Henry?
Hago constar que estoy totalmente en contra del fútbol rearbitrado y reconozcan que menos mal que el gol de Cristiano no decidía ya nada. Si no hubiera sido así, imaginen la que los mejicanos hubieran liado al uruguayo señor Cáceres, un colegiado nervioso por sentirse vigilado.