Valle de Esteban
Si participan (los escritores) en el infantilismo que aqueja a nuestro pueblo, y andan por ahí algunos engreidillos con sus descubrimientos, es, más que nada, por falta de mundo; pero son buenos, y muy campechanos, demasiado campechanos, y quien pretende ser satánico pasa los mayores trabajos del mundo, porque esta vida que llevamos en Madrid, tan sana y tranquila, tan sin quebraderos de cabeza, es el antídoto de la corrupción, de la perversidad. Lo verdaderamente feo es el vicio de disimular la opinión íntima, alabando en público lo que en privado se zahiere. Quisiera disculpar ese extravío como prevención necesaria para vivir en este pueblo tan chico...
Manuel Azaña