lunes, 15 de octubre de 2012

La carrera de Cristiano



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Si el señorío blanco consiste en morir en el campo, y en eso, qué le vamos a hacer, también lleva razón Mourinho, desde los días heroicos el personaje más señorial que ha pasado por el Madrid es ese Cristiano Ronaldo retratado en el descuento de Barcelona persiguiendo de punta a punta a Pedrito (¡a Pedrito!) después de haber hecho dos goles (¡y qué goles!) y con un hombro en cabestrillo.
    
Privar a Cristiano Ronaldo del Balón de Oro en aras de la democracia qatarí sería como lo de dejar a Cliff Richard sin Eurovisión por la minifalda “lalalá” de Massiel, pero todo indica que volverá a ocurrir.
    
En las “madrasas” culés, desde luego, han tocado a rebato, y ahí está Xavi, el cerebro de España, haciendo un “agit prop” muy de su tierra, que consiste en arrimar el ascua a su sardina mientras orina, de paso, en la del vecino para apagarla.
    
Formado en el hegelianismo de “Verano azul”, el "cervell d’Espanya" piensa que la historia son las cuatro consignas escolares en Tarrasa y dice cosas tan de “madrasa” como que Mourinho no pasará a la historia. ¿Por qué? Porque lo dice Xavi. O, también porque lo dice Xavi, que Messi es el futbolista más importante de la historia, por delante de Maradona, Pelé y Cruyff juntos, y llegados a este punto uno cree oír la música “dells segadors”, con su “bon cop de falç!, bon cop de falç!”, que son los 8 puntos ligueros obtenidos de, entre otros, Lahoz.

    Hombre, Xavi. ¿Tú sabes qué sería de Messi, consentido de los árbitros (“es mi ídolo”, Stark) y protegido del Gran Manitú (“hay que proteger a Messi”, Platini, el papá de Laurent), si Messi sufriera los marcajes al hombre que sufrieron Maradona, Pelé y Cruyff?
    
Pero Xavi no ha llegado a “cervell d’Espanya” a base de discutir mantras de la “madrasa”, donde por encima de la racionalidad está la sentimentalidad.
    
La sentimentalidad es una cosa que el nacionalismo catalán no reconoce en el lobo estepario de la meseta, y Xavi es, al parecer, un sentimental “de collons”.
    
Cuando salgo al campo y veo la senyera me gusta –confiesa el “cervell d’Espanya”.
    
Era el momento de que Casillas se pusiera nerudiano y con los primeros versos de Serrat que encontrará pegados en la puerta de la nevera contestara algo así como me gustas cuando callas porque estás como ausente, / y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca…
    
Pero Casillas, lazarillo en Madrid del “cervell d’Espanya”, está en el Facebook tratando de explicar que la bandera española que hay en la fachada de su edificio no es suya, sino de un vecino, explicación que no sabemos si habrá satisfecho a Xavi.

    A mí, no.

    Después de que el “Marca” dijera que Casillas no celebraba el gol de Cristiano al City porque había muerto un niño discapacitado en Polonia, el listón de las explicaciones está tan alto que lo de la bandera española en la fachada de los Casillas requiere de un debate cultural en el Parnasillo de Jordi González.

¡AY, LA HISTORIA!
Dice Claudio Gentile que Riva, Rossi, Bettega o Boninsegna marcarían ahora, con la defensa zonal, cincuenta goles por temporada: “Es mucha responsabilidad marcar en individual. Si tu hombre mete gol, es culpa tuya. Se marca en zona, y así la culpa no es de nadie.” El asunto es que el fútbol, como los toros, se ha imbuido del espíritu blandiblú de la sociedad contemporánea. Xavi dice que Messi es el mejor de la historia sin haber visto a un Saltillo del marcaje individual, como revistoso hay que dice que José Tomás es el mejor de la historia sin haber visto a un Gentile de la casta brava. Y todo es publicidad.


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