Boni, líder de la mejor cuadrilla del escalafón, pareando a Relicario
José Manuel Fernández Alcalareño
El Cid brinda su segundo toro a El Fundi
José Ramón Márquez
Después de la larga travesía del desierto sin echarnos un lisarnasio a la boca, después del rechinar de dientes, hoy la esmerada Empresa nos había preparado una digna corrida de toros de la dignísima ganadería de El Puerto de San Lorenzo, para que los aficionados de Madrid nos solazáramos con la presencia del toro, especie en vías de extinción sin que los ecologistas de la bicicleta digan ni mú.
Para el que mira google maps, decir Puerto de San Lorenzo es decir Salamanca, es decir Tamames, es decir el Puerto de la Calderilla; para el que chana un poco de la cosa de los toros, decir Puerto de San Lorenzo es decir los Fraile, es decir Barquerito, es decir Atanasio y Lisardo; para el aficionado a los toros decir Puerto de San Lorenzo es decir descaste, mala baba, debilidad extrema y boyanconería supina en corpachones desmesurados.
Tres visiones de la misma cosa, aunque impera la del que mira al toro, y lo que ve el que mira al toro es que lo que hoy trajo a Madrid el nefando Puerto de San Lorenzo es otra reedición de sus subproductos de gran aptitud cárnica, ayunos de casta, de fuerza y de acometividad, toros perfectos para la burla de Nimes si no fuese por su volumen, que es lo único que El Puerto de San Lorenzo suele presentar.
Ya estamos más que hartos de ver en Las Ventas estas bazofias agropecuarias del Puerto y de los demás subproductos que los Fraile no paran de echar. El dilecto Abella, a quien todos sus incondicionales amigos no cesamos de llamar Abeya, no tuvo reparos en poner un inmundo azulejo en el patio del desolladero, en su afán alicatador, a una corrida de El Puerto, acaso a un toro, que ni me fijo ni me importa, que si uno hubiese tenido veinticinco años menos le hubiese tirado encima un bote de pintura negra, para tapar el oprobio ése en el alicatado de Abeya. Porque El Puerto de San Lorenzo es una auténtica birria ganadera que no debería estar en la Feria.
-¿Y entonces, por qué están?
-Pues porque lo mejor de los toros de los Fraile son los Fraile.
-¿Y?
-Pues eso, que los Fraile reciben la mar de bien...
Y así, año tras año, desde hace un buen puñado de lustros nos venimos tragando la producción de los Fraile, sus atasardios, sus lisarnasios, sus atalisar, sus toreznos de hoja de lata vendidos como oro molido con la complicidad de la selecta crítica de los revistosos del puchero para quienes lo que pinta de verdad es un plato de jamón ibérico en la mesa de los Fraile, porque, como dijo aquél, lo mejor de la ganadería de los Fraile son los Fraile y lo bien que reciben.
Habrá quien se deje engañar con el segundo, el tontibobo de Gracioso, número 26, que iba el pobrecillo arrastrando sus arrobas, sus quinientos cincuenta quilos al decir de la tablilla, de acá para allá, como quien va a la farmacia a comprar un bote de aspirinas, tonta embestida de chicha y nabo, toro memo, blando y deleznable, negación de la casta, toro mandadero de hacer recados que iba tontamente de acá para allá no sabemos si por la parte de Lisardo o de la de Atanasio o de los dos juntos de consuno. Digamos que la memez congénita del tal Gracioso era digna de ser inmortalizada mediante un alicatado abeyil, y ése fue el que, al decir de algunos a la salida, dejó alto el pabellón, que de los demás ni te cuento.
Para matar la deplorable ruina ganadera de El Puerto de San Lorenzo, de la calderilla ganadera de Fraile, se anunciaron José Prados El Fundi, Manuel Cid y Daniel Luque.
Fundi venía de recuelo, como si dijésemos de la segunda oportunidad. Como su despedida de mayo no le gustó por el hecho de que se le fue un toro vivo al corral, un tremendo toro de Guardiola que, literalmente, no se dejó matar, el fuenlabreño en vez de pensar que ése era un adecuado fin a su carrera señalada por haber matado centenares de toros de las ganaderías cuyos nombres meten miedo a los artistas, en vez de ver que un toro vivo en su última actuación en Madrid le metía de cabeza en la leyenda, cayó en la tentación de aceptar otra despedida en otoño a ver si... Bueno, dejémoslo ahí y constatemos que a las dos despedidas que le hemos visto en Madrid hay que sumarle otra porción de despedidas que le hemos visto este año, la última de ellas la de Logroño, y yo creo que aún nos queda verle en su despedida de Chinchón el próximo día 20.
A El Cid le tocó el tal Gracioso del que hablábamos más arriba. Lo toreó estilo G10, por las afueras, sin el más mínimo asomo del toreo de El Cid y sin el menor atisbo de verdad. Muchos rugieron con aquellos pases en los que el de Salteras abjuraba de su estilo, con la pata atrás como todos, pero al que suscribe le produjo una enorme tristeza ver de esa forma al torero que mejores tardes ha dado en Madrid en lo que llevamos de siglo XXI. Sigamos esperando.
Y Luque, cuyo padre me invitó a un café en Pozuelo en cierta ocasión, estuvo exactamente como cualquiera se le pueda imaginar. Luque luquea, y su toreo es luquero o luquesco. Está en los carteles porque de todo debe haber y a estas horas no me apetece irme a mirar la cantidad de veces que ha venido a Madrid y se ha ido lo mismo que vino. Hoy volvió a luquear y dejó el sello de un circular invertido a su segundo, signo inequívoco del poco respeto que despertaba la res, Cartuchero, número 55.
Lo mismo que Gallito llevaba al Cuco, al Almendro y a Blanquet, igual que Lagartijo el Grande llevaba a Mariano Antón, a José Gómez Gallito y a Juan Molina, El Cid lleva a Boni, a Alcalareño y a Pirri, para dejar claramente explicado que al lado de un torero tiene que haber una gran cuadrilla. Ver el desastre de las cuadrillas de Fundi y de Luque y contrastarlo con la eficacia y la torería de la de El Cid fue el mayor placer de la tarde para el sufrido aficionado.
Y para el sábado, por si no quieres caldo, toma otro cubo, otra de los atasardios de los Fraile, que nos van a salir por las orejas. Pero esa yo, por fortuna, me la pierdo.
Tarde de toros
La papela de Abella
¡A los toros!
La languidez de Özil
Joaquín MOeckel y El Jaro
El programa
El toque sentimental
(Adiós -otro- de El Fundi)
Los Pepes de El Cid
Paseíllo
El CId, Luque, El Fundi
Capote de despedida
A verlas venir
Márquez llegando tarde a los toros
Brindis de El Cid
Adiós -enésimo- de El Fundi
El Guernica de Relicario
Juan Bernal regresando a su penco
Las estrecheces del adiós
Sayonara de El Fundi
Un kimono de silencio, a la hora de partir...
El Cid y su cuadrilla: Alcalareño, Pirri y Boni