Pepe Campos
Kaohsiung, Taiwán
En la gallardoniana calle 30 está la línea; es la línea que marcan los alcaldes de Madrid de este momento histórico, el que está y la que estará, la línea del futuro, la línea a la que se deberán con ahínco, dándole al pedal con el pinrel, de manera industriosamente entregada en humillada comunión, los integrantes de la generación mejor preparada de la historia de España, en su versión madrileña.
Es la línea de la salvación ante una sociedad que no da empleo, que se empeña en arrinconar a las mentes mejor preparadas que han estudiado másteres, farfullan idiomas y saben acamparse en Sol -por donde pasa la línea-.
De pronto se comprende todo: Sol es el centro de la línea (de la vía ciclista) del nuevo ciclo/fascismo madrileño de la globalización -todo tiene que ser siempre nuevo-, que consiste en ir por la calle haciendo el gamberro, dándole fuerte al pedal, apartando ciudadanos, en glorioso ciclo de sudor, en mamarrachada de atavío, con codales, guantes, gafas, casco, camiseta, culottes, calcetines, botines, reloj cronómetro y botella de agua, para que todo trascienda desde el sudor hacia la línea de meta del botellón, según se le da a la pejiguera del pedal, para un final de meta de un botellón que une en el sudor, de un botellón que rima con Gallardón -que a su vez lo hace con Saigón-, del botellón que se inspira en Sol -por donde pasa la línea-.
Un afán ciclo/fascista se cierne sobre la humanidad que no necesita ir a ninguna parte, que debe quemar energías inútilmente almacenadas. Las energías de los mejor preparados de la historia. Desde ahí, los visionarios y vanguardistas alcaldes de Madrid -Botella/Gallardón, primero el segundo- lo han sabido interpretar a tiempo, e idearon la Calle 30. Un corredero de hombres y mujeres montados en el vehículo salvador de dos ruedas. Vehículo salvador de empleos. Un vehículo que sirve para apartar e intimidar, y que antes servía para ir al trabajo -el empleo-, y hoy para soltar -a fuerza de pinrel y pedal- energías que no se emplean en ningún puesto de trabajo.
Porque Botella y Gallardón idearon, sí, la construcción de líneas, de carriles, que llevan a la nada, que entretienen, que succionen trabajo voluntario.
Un trabajo de los que no trabajan, a costa de los que trabajan y pagan sus carriles.
Cosas de idear líneas y de seguirlas, en bici.
Kaohsiung, Taiwán
En la gallardoniana calle 30 está la línea; es la línea que marcan los alcaldes de Madrid de este momento histórico, el que está y la que estará, la línea del futuro, la línea a la que se deberán con ahínco, dándole al pedal con el pinrel, de manera industriosamente entregada en humillada comunión, los integrantes de la generación mejor preparada de la historia de España, en su versión madrileña.
Es la línea de la salvación ante una sociedad que no da empleo, que se empeña en arrinconar a las mentes mejor preparadas que han estudiado másteres, farfullan idiomas y saben acamparse en Sol -por donde pasa la línea-.
De pronto se comprende todo: Sol es el centro de la línea (de la vía ciclista) del nuevo ciclo/fascismo madrileño de la globalización -todo tiene que ser siempre nuevo-, que consiste en ir por la calle haciendo el gamberro, dándole fuerte al pedal, apartando ciudadanos, en glorioso ciclo de sudor, en mamarrachada de atavío, con codales, guantes, gafas, casco, camiseta, culottes, calcetines, botines, reloj cronómetro y botella de agua, para que todo trascienda desde el sudor hacia la línea de meta del botellón, según se le da a la pejiguera del pedal, para un final de meta de un botellón que une en el sudor, de un botellón que rima con Gallardón -que a su vez lo hace con Saigón-, del botellón que se inspira en Sol -por donde pasa la línea-.
Un afán ciclo/fascista se cierne sobre la humanidad que no necesita ir a ninguna parte, que debe quemar energías inútilmente almacenadas. Las energías de los mejor preparados de la historia. Desde ahí, los visionarios y vanguardistas alcaldes de Madrid -Botella/Gallardón, primero el segundo- lo han sabido interpretar a tiempo, e idearon la Calle 30. Un corredero de hombres y mujeres montados en el vehículo salvador de dos ruedas. Vehículo salvador de empleos. Un vehículo que sirve para apartar e intimidar, y que antes servía para ir al trabajo -el empleo-, y hoy para soltar -a fuerza de pinrel y pedal- energías que no se emplean en ningún puesto de trabajo.
Porque Botella y Gallardón idearon, sí, la construcción de líneas, de carriles, que llevan a la nada, que entretienen, que succionen trabajo voluntario.
Un trabajo de los que no trabajan, a costa de los que trabajan y pagan sus carriles.
Cosas de idear líneas y de seguirlas, en bici.