lunes, 10 de octubre de 2011

Los perritos y el árbol


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La clave de la ladradera mediática contra Mourinho la ha dado Kaká, con un chisme de vecino:

Mou tiene un perro un poco pesado por las noches.

Los periódicos ya no son aquel milagro diario de inteligencia e impertinencia, y me gustaría tener la franqueza de Thomas Bernhard, mi gran fox terrier de pelo duro, para expresarlo: a que lo meen a uno, decía Bernhard, se acostumbra uno con el paso del tiempo.

Bueno, probablemente uno se brinda a hacer de árbol. Y vienen los perritos y se mean. Pero ningún árbol se muere porque lo meen.

Ahí está Mourinho: ni Carlos Sainz, ese “chauffeur” excepcional, ha podido evitar la tentación de salpicarlo al pasar. Al estilo de un Rovira y Virgili, Sainz apela al mito de la historia.

Mourinho choca un poco con la historia.

En Madrid, Mourinho choca un poco con la historia de Carlos Sainz, y en Barcelona, con la lengua de los periodistas, que desde la época de Robson lo tienen por traductor, cuando le pagaban con diez talegos y “un vaso de agua clara”, que eso era el catalán para Pemán, amigo y valedor de Maragall.

Aunque parezca lo contrario, ningún pueblo es tan sentimental como el de Cataluña: nunca, nunca ha reaccionado por otros motivos que los sentimentales.

Eso dijo un día Cambó, que fue el Pepiño Blanco de Maura en Fomento, antes de derivar en una especie de Pep Guardiola “avant-la-lettre”, aunque, bien mirado, sepamos más de Cambó que de Guardiola, quien, al parecer, no concede entrevistas sin ánimo publicitario y, eso sí, con intelectuales de contrastada solvencia progresista, como es el caso de Trueba, un cinero que ha leído “Los Maia”, de Eça de Queiroz, paisano de Mou.

No hay día que no piense que mañana me voy.

Es el pensamiento mitomotriz que Pep Guardiola desliza en el parnaso bancario de su video con Trueba, que va a su rollo. ¿Que no hay día que no piense que mañana se va? Caramba, eso se parece mucho a lo de “el tiempo es limitado” de Steve Jobs en su discurso Stanford…

Jobs y Guardiola, almas gemelas que hablan como el Eclesiatés. El logro de Jobs fue vender manzanas todavía más caras que en las fruterías pijas de Madrid; el de Guardiola, vender el tiqui-taca del Sabio de Hortaleza (eso que el baloncesto, con más inteligencia, arregló reglamentando la posesión y el campo atrás) como si fuera la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel.

Y frente al pesimismo de Jobs y Guardiola, el optimismo de Lombao, entrenador de Aznar y propagandista del “body building”, que opina que es fácil llegar a los 100 años… “si sabes cómo”.

Nuestra vida tiene tres etapas: hasta los 35, hasta los 70 y hasta los 105...

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SUEÑO ERÓTICO
A la procesión los griegos la llaman “teoría”. D’Alessandro (“palo corto, palo largo”), Cappa (¡angelito!), Valdano (“¡el Madrid tiene que olvidar la teoría arbitral!”) y un reportero con manías de doctora Melfi sería la “teoría” argentina que en España procesiona detrás de Mou. No es un asunto futbolístico, sino psicoanalítico: lo revela Borghi, seleccionador argentino de Chile, al admitir que goza con el juego de los rivales, como, por ejemplo, el de Iniesta:
–Iniesta es un sueño erótico.
Y de Albacete.

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