Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Redundancia a la española: un país de parados, con la ruina económica y moral que eso supone, permitiéndose el lujo de una semana de puente a menos de un mes de un festejo electoral para encumbrar a la derecha de Rajoy, aunque el campeón en aplausos en la convención pepera de Málaga fuera De Rato, el del oso verde del Monte de Piedad de Madrid, para que luego digan que los banqueros tienen mala fama. No sé yo si al benéfico padre Piquer le hubieran aplaudido con la fe que aplaudieron al pepero De Rato, que tiene cocodrilos en los bolsillos, pero se ve que el laicismo hispánico, a base de pegar voces en la calle, avanza, hasta el punto que nuestra infancia, hija del krausismo docente, no sabe a qué responde el nombre de El Pilar que nos trae este puente. Para nosotros, El Pilar eran unos barraqueros vestidos de maños que vendían en el ferial vino de Cariñena pisado por unos muñecos ataviados de baturros. Ahora, en cambio, El Pilar son unos toretes salmantinos de Fraile que lleva por los pueblos José Tomás. ¿Cuánto duraría el fútbol si el Madrid jugara todos los domingos contra el Rayo por el simple hecho de que “se le da bien”? Pues los toros llevan funcionando así durante los últimos cincuenta años, y ahí siguen. “A mí es que se me dan bien estos bichejos juanpedreros”, se dicen las figuras (?). Y te tunden. De José Tomás y sus cuvillejos hemos pasado a José Tomás y sus pilaricos. Julián y sus jandillicos. Manzanares y sus garcichicos. ¿A qué televisión americana le venderían semejante mejunje? Aquí da igual, porque lo bueno de aquí es que las cosas no las paga nadie y gracias a eso nos vamos de puente, mientras Rubalcaba, ¡cráneo privilegiado!, arregla lo del “fin” de la Eta para la cartelería electoral. Antes, por “fin de la Eta” la gente entendía cortarle el pescuezo a la serpiente, no llenarle la barriga. Y como lo del pescuezo quedaba poco humanitarista, han optado por lo de la barriga.
Abc
Redundancia a la española: un país de parados, con la ruina económica y moral que eso supone, permitiéndose el lujo de una semana de puente a menos de un mes de un festejo electoral para encumbrar a la derecha de Rajoy, aunque el campeón en aplausos en la convención pepera de Málaga fuera De Rato, el del oso verde del Monte de Piedad de Madrid, para que luego digan que los banqueros tienen mala fama. No sé yo si al benéfico padre Piquer le hubieran aplaudido con la fe que aplaudieron al pepero De Rato, que tiene cocodrilos en los bolsillos, pero se ve que el laicismo hispánico, a base de pegar voces en la calle, avanza, hasta el punto que nuestra infancia, hija del krausismo docente, no sabe a qué responde el nombre de El Pilar que nos trae este puente. Para nosotros, El Pilar eran unos barraqueros vestidos de maños que vendían en el ferial vino de Cariñena pisado por unos muñecos ataviados de baturros. Ahora, en cambio, El Pilar son unos toretes salmantinos de Fraile que lleva por los pueblos José Tomás. ¿Cuánto duraría el fútbol si el Madrid jugara todos los domingos contra el Rayo por el simple hecho de que “se le da bien”? Pues los toros llevan funcionando así durante los últimos cincuenta años, y ahí siguen. “A mí es que se me dan bien estos bichejos juanpedreros”, se dicen las figuras (?). Y te tunden. De José Tomás y sus cuvillejos hemos pasado a José Tomás y sus pilaricos. Julián y sus jandillicos. Manzanares y sus garcichicos. ¿A qué televisión americana le venderían semejante mejunje? Aquí da igual, porque lo bueno de aquí es que las cosas no las paga nadie y gracias a eso nos vamos de puente, mientras Rubalcaba, ¡cráneo privilegiado!, arregla lo del “fin” de la Eta para la cartelería electoral. Antes, por “fin de la Eta” la gente entendía cortarle el pescuezo a la serpiente, no llenarle la barriga. Y como lo del pescuezo quedaba poco humanitarista, han optado por lo de la barriga.