domingo, 15 de mayo de 2011

¿Un manual o un soneto?


-Hace mucho leí que la prueba de fuego de un poeta era hacer un soneto. La camisa de fuerza de la métrica y la cadencia obligada de su composición sacaban lo peor o lo mejor de quienes ya se habían ejercitado en las lides de la rima asonante. Confieso que con mis irreverentes diecisiete años me parecía que esos endecasílabos, agrupados en dos cuartetos y dos tercetos, eran sólo para aquellos que no habían podido probarse en la libertad de la poesía moderna. Alardes de novedad de los que me pavoneaba, hasta que leí a Quevedo y la teoría de rechazar la combinación de “cuidado” con “enamorado” se me cayó al piso...

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