Ignacio Ruiz Quintano
Pinreles del mundo... uníos. A Alicia Moreno, ama de llaves de la gallardonía municipal, su laicismo militante le impide ver la zarza ardiente ante la cual Moisés fue invitado a quitarse sus sandalias. Las sandalias de Alicia Moreno hieren nuestra sensibilidad con monótono desaseo, pero hay que decir que así luce la pinrelería sobre la que camina el mundo. Pepe Campos, que es profesor en Taiwán, tiene estudiado este fenómeno militante, socializador, estético... deconstruido. El turista que en la calle de Serrano nos enseña sus uñas enlutadas, sus juanetes bicornes y sus callos remontados nos está enseñando, dice, una actitud, un ejemplo, una economía, una moral. Y pide que Madrid, con Gallardón a sus pies, se abra al mundo de hoy mostrando los pinreles al aire de sus ambulantes y declarándose ciudad de acogida pinrelera, naturista e impúdica: «Igualarse de una vez por todas a las ciudades punteras en disfrute y vanguardia (gallardonía): además de bicis y motos en las aceras, pinreles mondos. El complemento». Mas no es lo mismo un pie de señorita descalzo que un pie de señora o caballero en sandalia. El pie de señorita descalzo lo defendía el Indio Fernández como la mayor visión erótica cuando él descalzaba para el cine a la Doña. Lo otro es lo que, sin respeto a la zarza ardiente, vemos por esas calles en cuanto nos bendice el buen tiempo.
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