sábado, 10 de julio de 2010

Menos magia y más instinto


Francisco Javier Gómez Izquierdo

El pulpo Paul tiene genealogía, y no está demás que el aficionado al fútbol en general y los nigrománticos en particular, tengan en consideración la Historia de los animales, de Claudio Eliano, quien en el Libro XIII, 6, hace referencia a "....un pulpo de complexión física descomunal", en la ciudad de Puteoli, al sur de Roma. Este tatarabuelo de Paul despreciaba "el pasto del mar", y por una cloaca se adentraba en un edificio de la ciudad junto a la playa. En ese edificio se depositaba ".... el cargamento de unos mercaderes ibéricos y concretamente salazón importado de aquella tierra, metido en enormes tinajas. A renglón seguido desplegaba en derredor sus tentáculos y, presionando así el barro cocido de que estaban hechas, rompía las tinajas y se daba grandes festines de salazón..."

El pulpo alemán ve una bandera de España y un gen ancestral le empuja en pos del atún de Barbate, las huevas de maruca ó el mejillón en escabeche. No busquen otra explicación, y por supuesto, no se fíen de las dotes adivinatorias del cefálopodo.