En otros países de Occidente tampoco faltan síntomas escandalosos de Bajo Imperio, pero sus currinches a una arremeten contra China por no dar paso a esta democracia fukuyámica que, en nombre de las libertades fundamentales y los derechos humanos, promueve y exalta lo falso, lo feo y lo malo y da carta de naturaleza a todo lo que vaya contra la naturaleza y la condición humana.
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