lunes, 31 de diciembre de 2018

Neymar o Mbappé

Kathleen Turner


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Si hablar es barato, como dicen los gringos para desautorizar al charlatán, soñar es gratis, y estas Navidades el madridismo sueña con arrebatar al PSG a Neymar o a Mbappé, alguien con quien salir de la tienda del Real Madrid sin cara de tonto con la camiseta de un futbolista para el sobrino, que hay que ver cómo se pone Madrid de sobrinos por estas fechas, y todos, al final, pidiendo lo mismo, una camiseta de Neymar o de Mbappé.

    De Mbappé se dice que no está en el Madrid porque no quería competencia y exigió la salida de Bale o Benzemá, lo cual hace de Mbappé un artista tipo Megido más que un competidor tipo Lucas Vázquez, el ojo de Solari que todo lo ve.

    –Si entro a un restaurante y un hombre no me mira, ese hombre es gay –decía Kathleen Turner en los días genesíacos de “Fuego en el cuerpo”.

    A Mbappé le falta la autoestima de Kathleen Turner, un defecto que lo convertiría en el suplente de Lucas Vázquez en el Madrid de Solari, que es un Madrid de promesas, un colegio de niños de San Ildefonso cantando en Valdebebas los números de la lotería del fútbol, todos los niños jugones del mundo dirigiéndose al Madrid de los Infantes con la idea de ser un día… Cristianos y Ronaldos en un País de Nunca Jamás donde sólo se compite por el cartel de “Empleado del Mes”. Parecerá una tontería, pero de eso sólo se dio cuenta nuestro pequeño Lucas, el Colibrí de Curtis, que es el oficinista que siempre va con prisa por el pasillo con un folio en la mano, el camarero que toma muchas comandas y no atiende ninguna, el Conejo de Alicia (“me voy, me voy, me voy”) que se sabe personaje de Lewis Carroll dispuesto siempre a reírle un chiste a Sergio Ramos, el macho protector.

    A Mbappé le falta autoestima para llevar la corona blanca, pero a Neymar, el otro candidato, le falta cabeza. Después de todo, no es lo mismo crecer al lado de un Cruyff, seguramente el tipo más inteligente que haya dado el fútbol, que hacerlo al lado de un Xavi, el ex cerebro del Combinado Autonómico, Príncipe De Asturias (con Casillas) de la Concordia (¡arriba los corazones!) y autor del siguiente mensaje de Navidad para los golpistas del “Prusés”:

    –Hola, soy Xavi Hernández. Me gustaría dar muchos ánimos y mucha fuerza a todos los presos políticos. No desfallezcáis. Imagino que son momentos muy duros para todos vosotros lejos de casa y de la familia. Es por eso que quiero agradeceros todo el coraje y entereza que estáis mostrando. Es el mejor regalo de Navidad que podéis hacer a la sociedad catalana. Os deseo muy buenas fiestas y que el año nuevo os traiga justicia y libertad. Un fuerte abrazo a todos.

    Son los famosos “valors” del fútbol culé que acostumbran distribuir los medios centros del Barcelona, Pep Guardiola desde Inglaterra y Xavi Hernández desde Catar, madre del cordero financiero del PSG que, miren ustedes por dónde, podría liberar a Neymar o a Mbappé.

    Ahora que es Navidad y tenemos a los niños en casa conviene recordar que los famosos valores que se transmiten a la infancia a través del fútbol profesional son la ludopatía modelo Las Vegas (una guerra publicitaria de las casas de apuestas precede a la retransmisión de cada partido) y la sedición modelo La Masía, es decir, de canteranos del Barcelona a los que España procura primero los medios y luego compensa económicamente todos los gastos de la traición, esa moderna virtud social. Así, por ejemplo, una curiosa forma mediática de equilibrar la información deportiva es, cada día, tapar la noticia negativa sobre Mourinho (“¿qué tendrá ese muerto que a tantos vivos molesta?”), alias la hidra del fascismo mundial, con la noticia positiva sobre Guardiola, alias la hidra del buenismo local. Y de ese modo ("id tomando veneno hasta que os sepa bien") vamos matando el rato.


CHOLISMO INOCENTE

    El cholismo, ismo del Cholo Simeone, cumple siete años, y la inocentada vikinga ha sido una foto de los jugadores atléticos levantando una Copa de Europa con la leyenda “Feliz Día de los Inocentes”. Mediáticamente, el cholismo es la versión futbolística de la fábula que explica el mito, tan atletista, que va del buen salvaje al buen revolucionario. Un mourinhismo para pobres. El Atlético era un reino muy triste, pero vino el Cholo y con su impulso moral (porque el Cholo, ahí donde lo ven, es un impulso moral) el Manzanares se hizo navegable y se llenó de princesas. ¿Cómo es el juego cholista? Nadie lo sabe, pero las dos finales europeas con el Madrid se perdieron para los atléticos por él, con él y en él.