lunes, 10 de diciembre de 2018

Isco y los gordos

Borges

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Está visto que nadie nos va a contar por qué se juega en Madrid la final argentina de la Libertadores. Podría ser que formara parte de los festejos conmemorativos de los XL Años de Democracia, que han servido para rescatar españolísimas prosas de cuando los XV Años de Paz. A mí la Libertadores me ha devuelto al repaso de Sarmiento en “Facundo” a las causas del atraso argentino:

–Ignoro si el mundo moderno presenta (en otra parte) un género de asociación tan monstruoso como (el de Argentina). Es algo parecido a la feudalidad de la Edad Media. Pero aquí faltan el barón y el castillo. El poder ni se hereda ni puede conservarse. De allí resulta que aun las tribus salvajes están mejor organizadas… La civilización es del todo irrealizable, la barbarie normal…
Mientras en Madrid, con Sánchez, el presidente del gobierno que nadie ha votado, en el palco del Bernabéu, cinco mil guardias despachan sin despeinarse (a las dietas invita el pueblo) una final de Libertadores Boca-River, en París las tanquetas de la Unión Europea con que el líder del Extremo Centro, Macron, pretendía enfrentarse hace quince días a los Estados Unidos sucumben ante los sans-culottes con chalecos amarillos.
Un mundo absurdo, el nuestro. Que la final de la Libertadores pueda disputarse como si tal cosa en la capital de los conquistadores (cuyos dos entrenadores principales, Solari y Simeone, son argentinos) lo anticipa Borges en “El Nacional”, de Caracas, de 6 de abril de 1975:


LA IMAGEN. La celebración del Pipa Benedetto. @Juezcentral

–Lo que existe aquí (en Argentina) es un nacionalismo ridículo. Yo estaba dando una conferencia y alguien me había preguntado cuál era mi árbol preferido. Yo contesté que… el eucalipto. Me gusta su olor, es un lindo árbol. Y dije que ese árbol había sido importado por Sarmiento de Australia… Entonces una persona del auditorio dijo: ¡Importado de Australia! ¡Qué vergüenza! Es decir, que no siendo nativo un árbol, es un árbol censurable, malo, lo cual es un disparate. En este país todo el mundo es de otra parte… No estamos hablando en quechua, en mohicano, en comanche, ni en maya, o lo que fuera. Estamos hablando en español, de modo que el país entero ha sido importado… Yo he leído folletos disparatados que querían demostrar que los caballos y las vacas no los trajeron los españoles, que había caballos y vacas aquí… En otra ocasión alguien recordó que el señor Daniel Dávalos fue quien importó las primeras rosas de Inglaterra… Naturalmente eso fue recibido con cierta melancolía… No gustaba que las rosas se hubieran traído de Inglaterra. Un país absurdo, la Argentina…
¡Y nosotros poniéndonos melancólicos porque hemos cambiado a Cristiano Ronaldo por Lucas Vázquez!
En la grande polvareda de la Libertadores se nos perdió la gran hazaña de Isco, que no fue su partido copero contra el Melilla, sino su foto en Instagram con la leyenda “¿Estoy gordo?” en homenaje al Rod Stewart de “Da Ya Think I’m Sexy?”
Nadie puede decir que Isco sea un futbolista de carnes en latifundio, como pudo serlo Ronaldo el Magnífico, pero algo había que decir para justificar las ausencias del artista del balón, y le dijeron gordo, cosa que, sin embargo, no le dicen al artista del toreo, Morante, que tiene, como todo el mundo, el vicio de la manteca colorá en Casa Moreno. (Una vez, cuando los psicoanalistas comenzaron a relacionar el sobrepeso con la autoestima, una asociación de “personas de distinto tamaño” (en lenguaje políticamente correcto) organizó en San Francisco, California, una protesta contra la exhibición de la película “Fantasía” de Disney, porque en el baile de los hipopótamos se las ridiculizaba.)

Tengo para mí que lo que Isco buscó con su golpe de magnesio en Instagram fue ocupar en el corazón del consumidor español la vacante sentimental del Calvo de la Navidad disfrazado de Gordo de la Navidad en una campaña que a lo mejor podría titularse “Shape Up Pipero!” Son cosas que pasan por la cabeza de Isco sentado en el banquillo en Huesca mientras por la banda Lucas Vázquez, la extensión de Solari en el campo, juega a la coxcojita con el Balón de Oro de Modric, que tiene el mismo oro que la Llave de Oro que le dieron en Ronda a Rafael de Paula, quien, al comprobar, mordiéndola, que no era de oro la Llave, levantó la tienda y se regresó a Jerez de la Frontera, “donde las papas se comen enteras”.


Iglesia de Lastres, Asturias

DE LÖW A DUCHAMP

Joachim Löw, que es Acuario, como Mourinho, se va de Alemania, como Frau Merkel, y mira al Real Madrid. A mí me impresionó verlo una vez en un urinario de pared del Bernabéu… en zapatos de ante: he ahí, ¡allí!, la teoría estética del “coito visual” del espectador con el objeto de arte que desarrolló Duchamp, cuyo urinario, “Fuente”, ha resultado ser la obra de arte más influyente del siglo XX. Después de todo, el gran avance de la urbanidad para el hombre fue la posibilidad de orinar en hilera y a media altura, en lugar de hacerlo en paredes de iglesias, como los cortesanos de Versalles, “marcando con su olor el espacio de sus ambiciones”. ¿Del lucasvazquismo de Solari al duchampismo de Löw?