miércoles, 5 de diciembre de 2018

Fascistas en Cádiz y Córdoba

 Córdoba ayer tarde

Cádiz ayer tarde


Francisco Javier Gómez Izquierdo
      
       Vale que no comprenda las vicisitudes de los políticos en sus negocios y componendas utilizando la democracia como excusa, pero en ocasiones como la presente no puedo evitar una tristeza infinita  ante el “morro” que le echan algunos de ellos  en estas horas estúpidas, y destaco sobre todos a don Iglesias porque la hipocresía de don Sánchez, don Ábalos (“¡qué cosas dice también este hombre!”) y ¡cómo no! doña Calvo, es ya costumbre enquistada.
     
Don Iglesias, gran rabadán de las Españas que ignora, ha ordenado, y digo bien, “ordenado” a los pastores que tiene a cargo de “sus” variopintos rebaños, incendiar las calles andaluzas, con el pretexto de que los fascistas “ya están aquí”.  Don Iglesias, don Errejón, don Monedero, doña Calvo... son “a lo visto” profesores a los que pagamos para que nuestros hijos se eduquen en  universidades que tienen el alto honor de “controlar”.  Implados de la tan sagrada como laica misión de la educación de, como digo, las Españas, ayer esos profesorcillos de Cádiz y Córdoba -más de 20.000 interinos en educación; quiero decir que no han aprobado oposición, ésa que dicen los cretinos que tienen aprobada los profesores de la pública- que mueven el rabito en el momento que don Iglesias agita su coleta y que sin el móvil a mano no sabrían decir quién fue antes si Fernando el Católico o don Pelayo, “enseñaron” a sus más que entontecidos alumnos a parar el fascismo. Con la estimable colaboración de encapuchados profesionales de “la revolución por venir”, camuflados entre yo creo que muchachos sin conocimiento... como no encontraron fascistas, pararon la circulación, se rieron de la policía, de los ciudadanos y de todo tipo de trabajadores que pagan impuestos para que ellos gocen con la adrenalina de sus destructoras aventuras adolescentes. Hasta a periodistas agredieron. A varios. "Os damos cobertura. No somos el enemigo", decía una reportera de Onda Cádiz.
     
Tanto en Córdoba como en Cádiz los responsables del orden público dejaron hacer, por lo que “la gente” que andaba en sus faenas y en sus recados y quedó atrapada con criaturas a la salida del inglés, en el entrenamiento de la gimnasia, yendo a arreglar la rotura de un bajante..., en los terroríficos atascos, acabó por arrepentirse del todo de tener como alcaldes y concejales a esa facción manipuladora de los más vulnerados que vulnerables mocetes del “Franco ha Wuerto” de las pancartas gaditanas.

       Ayer en Cádiz, de donde dice mi chico que es a pesar de nacer en Córdoba y ser su padre burgalés y su  madre de los Montes de Toledo, llegó para quedarse unos años en la educación pública el sindicato USTEA, esa tremenda desgracia a la que dicen sindicato andaluz que fue fundada dicen que por unos pocos trotskystas obsesionados por librarse de las aulas. Doña Rodríguez y don González “Kichi” creo que estuvieron cerca de su fundación y en vez de en sus colegios -al Kichi le quedaba muy lejos, en Almería o Málaga, no recuerdo ahora- ejercían de sindicalistas de los trabajadores de Delphi, los desposeídos de la Viña, de los ingresos de comparsas y chirigotas, junto a la Caleta ¡jozú, qué arte! ¡Cómo serán estos delegados sindicales de USTEA que los padres y el resto de profesores prefieren que se liberen a que los niños caigan en sus manos!
      
De democracia cada vez entiendo menos, pero creo que los de Vox no pueden gobernar en Andalucía, pero si don Iglesias y doña Calvo siguen cabalgando en su desvarío, cualquier día se ponen de alcaldes donde menos se espera. Los que sí van a gobernar las voluntades e inclinaciones de nuestros hijos, sobre todo en las Andalucías, son los pastores obedientes del gran rabadán, apesebrados en la educación pública. Y hecho el daño, ahora “fueraparte” a contratar a costa de tu peculio, exorcistas.

    ¿Y ellos? Ellos tienen todo pagado.