miércoles, 26 de septiembre de 2018

Los MeToo del MeToo



Hughes
Abc

Va llegando a España el debate del MeToo o el de la censura en los campus universitarios. Nos van contando que Bannon es vetado, que algunos cómicos deben bajar el escenario o que Buruma dimite por publicar a un acusado de acoso sexual. Nos van alertando de los excesos de estas prácticas, de este macarthismo moderno que sin resoluciones judiciales arruina una carrera profesional. O una carrera política, añadiría. Porque creo que no lo cuentan todo, o yo no soy capaz de encontrarlo. La función del Me Too es inhabilitar a cierto tipo de candidato, a cierto tipo de ser humano y de político, y tiene un origen muy determinado.

El mensaje de Clinton y los demócratas era que Trump representaba la revancha del hombre blanco. Hombre y blanco. Sexo y raza. Racismo y machismo. Había más cosas, por supuesto, pero ésas no importaban. Una política económica, una política internacional, cierta reafirmación del conservadurismo… Pero nada de esto era tenido en consideración. Eran hombres blancos sus votantes, hombres blancos enfadados que además compraban y hacían circular un mensaje poco elaborado encapsulado en las fake news. Esa falsa moneda informativa. Había un mensaje legitimo (el de Clinton y sobre todo el de Obama), a la altura de la polis, y luego estaba el equivalente político de la comida basura, las fake news. Ésa era la forma elitista y poco democrática pero fina de explicar lo inexplicable. De explicar, por otro lado, los notorios fracasos y las notorias miopías de la mayoría de intelectuales. Que los americanos votaran eso solo podía significar la degradación democrática.

Clinton hablaba a negros, latinos y mujeres, Trump le hablaba al americano; Trump era considerado un “peligroso nacionalista” mientras que Clinton lanzaba un mensaje descompuesto e identitario que sin embargo sonaba cercano y agradable a nuestros socialdemócratas oídos. Por lo tanto, estas variables explicaron a Trump allí y en España: racismo o xenofobia, privilegio machista, fake news y nacionalismo. Y con estas cuatro líneas delimitaban un área no aconsejable, un cordón sanitario o una zona de tierra quemada que no era higiénico pisar.

Sobre la eliminación de la zona de debate por parte del centrismo militante podríamos hablar mucho.

Ese cordón sanitario legitimaba absolutamente que los Bannon o Milo de turno tuvieran problemas para hablar en universidades o medios. Pero es que no sólo eran ellos, y desde luego, no solo iban a ser ellos. En último término, las objeciones a Trump eran de tipo moral: no era un hombre moralmente dotado para ser presidente. No estaba a la altura. En la versión más impostada e intelectual, Trump además no era un hombre intelectualmente dotado para el cargo. Era un criterio moral. Tan similar a lo que ya se usan aquí (dignos/indignos), algo ajeno a lo institucional o a lo judicial, solamente una etiqueta o un encasillamiento. Arbitrariamente, el Me Too y similares (no tenemos aquí la cuestión de la raza) determinará quién es el apto o el tolerado. Cómo decirlo… No está en juego la “calidad” editorial del New Yorker o del NY Review of Books. Está en juego algo un poco más importante.

El Me Too nace con Trump, en tiempos de Trump y contra Trump. El “grab them by the pussy”, unas palabras dichas en la intimidad y grabadas sin consentimiento, constituye el gran argumento electoral. Las mujeres son las primeras en marchar dignamente contra él (algunas mujeres, en realidad le fue bien con las mujeres en las encuestas). El MeToo fue decisivo contra Roy Moore y lo quiere ser contra el juez Kavanaugh. Será sin duda importante en las elecciones del 2020.

Ahora se importa el metoo a España y también la crítica al movimiento. El marcado sistema de división de funciones en la prensa española hace que esta “batalla” le corresponda librarla a muchos fervientes antitrumpianos. Es curioso. Los que iban de demócratas ibéricos, de estrictos obamitas, de “liberals” de una pieza ahora se enfrentan intelectualmente a las consecuencias y distorsiones del Me too (de forma quizás un poco sobrevenida, son los metoo del Metoo).

Pero el Me Too es contra Trump, y eso deberían contárselo a sus fabulosos lectores, siempre tan lejos de las Fake news.