Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Zidane dice “¡Hay Liga!” como Arsenio decía “¡Hay que joderse!”
Pierde el Madrid con Quique Sánchez Flores, y cuando al día siguiente el Barcelona empata con Paco Jémez, dice Zidane: “¡Hay Liga!”
Si desdeñamos las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna; si a distinguir nos paramos las voces de los ecos, y escuchamos solamente, entre las voces, una, ¿qué tenemos?
Pues, tratándose de Zidane, tenemos… que hay Liga.
Zidane es un francés con la flor de Monod y un oído interior que le permite oír voces. Quien dude de los poderes de la flor de Monod, que mire a Neymar, ausente, por una lesión idiota, del partido decisivo para el Paris Saint-Germain, más la duda de Mbappé. Y quien dude de las voces, que recuerde que Zidane, una vez retirado de su Selección, vio una zarza que ardiendo le decía: “Vuelve a la Selección, Zizou”. Que es la misma zarza que le dice: “Hay Liga”.
Algún castizo podría argumentar que no son voces, sino silbidos en los oídos de Zidane por causa de Ceballos, otra vez fuera de la lista del Bernabéu en otro partido de puesta a punto de Cristiano para el París-Match del martes. A Ceballos, el mejor veinteañero de España, Zidane se lo trajo de Sevilla a Valdebebas, y ahí lo tiene, en el vinagre, como un boquerón de Utrera. No lo dejan jugar y tampoco lo dejan marcharse. ¿Por qué? Porque… “hay Liga”.
Pero Liga, de momento, sólo hay para Benzemá, elegido, también, para modelo de la “Icon Jersey”, la nueva camiseta “vintage” del madridismo, que es un “merchandising” en expansión permanente. Está claro que Benzemá nunca se irá del Real Madrid “para poder ganar el Balón de Oro”, como se fue Neymar del Barcelona, donde la sombra de Messi es tan alargada que ni los aviones pueden pasar por donde vive el argentino, algo que no ocurre en ningún país del mundo, al decir del presidente de Vueling, que se queja de la limitación de pistas del aeropuerto barcelonés por culpa de la casa del futbolista.
En el Madrid, Benzema lleva vida de genio. Don Santiago Ramón y Cajal tenía fama de genio porque se hurgaba las narices en público y se olvidaba todos los días el paraguas al salir del café. De Benzema se puede decir que es un genio porque se toca las narices en el campo y se olvida todos los días el gol al entrar en el área. Y vive con la seguridad que proporciona contar con el puesto, contar con la prensa y contar con el “chic” de lo “vintage”. Además, es un equipo para el que la Liga, como dice Zidane, no se termina nunca.
–La Liga está difícil. Pero no es imposible. Soy optimista hasta el final.
“Too much, París-Match”.
En París no estará Neymar en el campo, pero Émery estará en el banquillo, circunstancias que colocan la eliminatoria para Zidane como las carambolas para Fernando VII. Aun así, al Capricho Catarí le queda Di María, que le tiene gato al Madrid por una carta de desamor. “Helo, helo, por do viene / el infante vengador”. Di María en el Bernabéu hubiera sido un peligro, pero Émery parecía tan anonadado con el árbitro que ni se atrevió a salir del banquillo. Su competición es la Europa League.
Émery es el anti Guardiola, el sufragista de Sampedor que compara el lazo amarillo de los golpistas de Puigdemont con el lazo rosa del cáncer de mama. (Recordemos que Inglaterra le negó la nacionalidad a Marx porque no era un “gentleman”.
De la Ruritania de Anthony Hope a la Rouretania de Roures y Pep, que han tomado prestado el paradigma de Bibiana Aído: si “abortar es como ponerse tetas”, ponerse tetas será como votar a los Jordis.
¡Y Rouretania para los rouretanos!
La actriz polaca Jolanta Juskiewicz como Desdémona
GOL, TARJETA Y LIGA DE MESSI
Vuelve el viejo Barça de las Desdémonas, como en su época de esplendor (Messi, Iniesta, Alves, Busquets…) las bautizó, por su capacidad de desmayo sin que nadie las toque, “The Wall Street Journal”, con Iniesta, el yerno de España, como Desdémona mayor, seguido por Messi, que en la primera parte hizo un gol de falta y una falta de tarjeta roja que fue amarilla porque la Desdémona agresora se arrojó al césped haciendo como que la muerta era ella. El problema del Atlético de Simeone es que no sabe caminar y mascar chicle al mismo tiempo. En Barcelona se jugaba la Liga y no tiró a gol. Para Telerroures, que tiene a Talín Alexanco escupiendo lugares comunes como los viejos progres, es decir, los prograjos, escupían pipas en el “Avión”, el espectáculo de la segunda parte estuvo en la rodilla de Piqué. Y la Liga, para el Txingurri, el hombre a una nariz pegado. Pero Zidane va por ahí diciendo, como un boxeador sonado, que “hay Liga”.