Gerardo Diego
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al leer el otro día una nota periodística sobre cómo les va hoy a los cinco “futuros megacracks” que Cristiano veía en 2015 me acordé de un libelo de Ruano (escritorazo, por otra parte, que en el mundo del fútbol sólo debe de conocer Pardeza), en marzo del 32, contra Gerardo Diego, el poeta de “El balón de fútbol” (“Tener un balón, Dios mío”):
–¿Tener un balón? Dios mío. / Qué planeta de fortuna. / Vamos a los Arenales: / cinco hectáreas de desierto, / cuadro y recuadro del puerto. / Qué olor a Tabacalera. / –Suelta ya el balón, Incera. / –No somos once. –No importa. / Si no hay eleven hay seven. / Qué elegante es el inglés; / decir sportman, team, back; / gritar goal, corner, penalty. / (Aún no se ha abierto el Royalty.)
“Currinchería poética de Gerardo Diego”, se titula el libelo contra el autor de “Poesía española: Antología 1915-1931”, que escoge “los poetas que van produciendo una obra lo bastante extensa, firme y de personal estilo, que les garantice una permanencia, una estabilidad en la estimación de los venideros”.
Ruano acusa a Diego de reducir la poesía a “la que hacen sus amigos” y de preferir la “poesía poética” a la “poesía literaria”, una polémica por la que los franceses llegaron a las manos: “Entre los poetas españoles que pueden destacar en nuestras letras, desde 1915 a 1931, Gerardo Diego encuentra a Gerardo Diego, a Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, García Lorca, Alberti, Villalón, Cernuda, Altolaguirre, Aleixandre y Larrea”.
–En cuanto a la “obra lo bastante extensa, firme y de personal estilo” que tengan Manolín Altolaguirre, Aleixandre, Cernuda… vamos a esperar, profesor, vamos a esperar.
Bueno, pues tras de ochenta y seis años de espera el vencedor es… Gerardo Diego, teniendo en cuenta los nombres que muy por encima de los otros proponía Ruano: Tomás Morales, Basterra, Quadra Salcedo, José del Río Sainz, Bacarisse, Marqués de Lozoya, Garfias, Rivas Panedas, Marqueríe…
–No puede decir Gerardo Diego que no los conocía. A los que no conocemos son a esos últimos poetas que él conoce. La amistad tiene sus límites, y las licencias criticopoéticas, también. Porque se da el caso de que este antologista es catedrático de no sé qué Instituto (¡el “Beatriz Galindo”!), y da miedo y sonrojo pensar que unos pobres niños puedan creer que la representación poética en España son esos otros párvulos de la lira que su profesor les presenta. ¡La importancia poética de Ramón de Basterra es sencillamente excepcional!
Monchi
Un auténtico Monchi del Parnaso (un Ramón Rodríguez Verdejo, quiero decir, que, en vez de Empleado del Mes, en Roma parece un Doctor Bacterio) resultó ser el catedrático del “Beatriz Galindo”, que veía crecer la yerba de la poesía… hasta en el fútbol:
–Marca tú la portería: / textos y guardarropía. / –Somos siete contra siete. / Un portero y un defensa, / dos medios, tres delanteros; / eso se llama la uve. / Y a jugar. Vale la carga, / pero no la zacandilla. / Yo miedo nunca lo tuve. / (Una brecha en la espinilla.)
De los cinco “megacracks” que en 2015 anunció Cristiano (Odegaard, Hazard, Depay, Pogba y Neymar), en lo alto sólo permanece (“futbolistas que van produciendo una obra lo bastante extensa, firme y de personal estilo, que les garantice una permanencia, una estabilidad en la estimación de los venideros”) Neymar, quien todavía puede arreglar su fracaso en la Copa de Europa con el PSG, si logra el éxito con Brasil en el Mundial de Rusia (donde, por cierto, no habrá perdedores, pues todos los lúseres podrán echar la culpa de su ruina a los hackers de Putin), al que los españoles llegarán con otro poeta del gol, Rodrigo, brasileño de Río pasado por Chiquito (“…y no te digo trigo…”)
Y dentro de ochenta y seis años, hablamos.
Breitner
INTELECTUALES DEL BALÓN
Cristiano nos habla de poetas del gol (Odegaard, Hazard, Neymar…), pero ¿qué decir de los intelectuales del balón? Oficialmente, hay dos: Xavi, ex cerebro de España (“En el Barça entendemos el fútbol como espacio-tiempo. ¿Quién lo domina? Busquets”) y Breitner, ex viuda de Mao para el piperío de la época de don Santiago Bernabéu porque hablaba de la lucha de clases con un desparpajo propio de un liberado sindical. Muy madridista no es: había que verlo celebrar en el palco del Bernabéu el pase del Bayern a la final que echaron a perder en los penaltis Cristiano, Kaká y Ramos. Ahora perora sobre sus dificultades para encontrar libros (¡libros!) al fichar por el Madrid, cuando tenía la Biblioteca Nacional a tiro de balón, sin salir de la Castellana. Entre libros de Hegel y Heidegger, le preguntan qué español le entusiasma más, y suelta: “Sergio Ramos”.