Abdelkebir Khatibi
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La aceptación sumisa por el rebaño de la vaina de la igualdad supone el triunfo de la sovietización de la granja occidental de Jean Clair: comer y dormir, sexo, un día más, otro, otro, la jubilación...
En la cosa feminista, la sovietización comienza con la fecha, 8 de marzo (orden del Soviet Supremo por las mujeres de Petrogrado que en el 17 pedían pan y el regreso de los soldados), y termina con el cotillón mediático de nuestro Estado de Partidos, en cuyo tablado de marionetas tiene lugar, en nombre de la igualdad, que nada significa, la emancipación del obrero, de la mujer, de la región, del toro de lidia…
La igualdad es otra ideología, pero las ideologías, al tomar la parte por el todo, son falsas por definición, y sólo pueden imponerse (universalizar la mentira) mediante dictadura, razón por la cual toda igualdad es promovida por los Estados de Partidos.
En 2018, lo subversivo de verdad sigue siendo la libertad política descubierta por la Revolución americana, después de la cual, por cierto, todas las revoluciones (francesa, soviética) se han hecho para volver al Antiguo Régimen. En las performances de la igualdad colabora todo el mundo, también Rajoy con un lazo y su aparato de propaganda. Prueben, en cambio, a pedir representación electoral y separación de poderes.
–La talla 38 nos aprieta el chocho –cantaban las feministas en Zara.
Albornoz habla de “lo rahez hispánico”, presente en las epístolas de Séneca, en los epigramas de Marcial y en los comentarios del Beato de Liébana.
Ante la T38, retrocedamos de la mano de Ullán al marroquí Abdelkebir Khatibi, para quien la diferencia de todas las diferencias no es su suma, sino el movimiento de un pensamiento intratable:
–Fui hombre a pesar de todo, girando alrededor de mi verga desarraigada. Y cuanto más se hunde mi verga en la Noche del Tiempo, más la figura del Andrógino asedia mi cuerpo separado. Así, pues, aduéñate de mí como tú quieras, pero aduéñate. ¿No me ves al alcance de la mano?