Emilio Bobadilla, Fray Candil
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Madrid huele a Ganga, aquel pueblo del cubano Bobadilla (“A fuego lento”) donde, al poner el pie en tierra, oías como una rúbrica trazada con un palo en la hojarasca: ¡serpientes!
En el jardín de esta “pax mariana” (Rajoy resumido en dos versos del checo Ivan Blatny: “Hacer algo, ¡qué agobio! / No hacer nada ¡qué tedio!”) alguien ha soltado una serpiente, que es Putin. El miedo a Putin.
El Nobel Vargas admite no pegar ojo sólo de pensar en un apocalipsis nuclear de Trump (¡el hongo trumpiano!) y en los venenos de Putin. Como nada dijo de los “Predator” del Nobel Obama, cabe pensar que, entre Nobeles, lo que asusta no es la muerte, sino el modo de alcanzarla.
En teoría política, el Nobel Vargas recuerda al poeta Rubén Darío, que vino a España a lo del IV Centenario del Descubrimiento de América y visitó a Cánovas en su casa madrileña, quedando prendado de su joven esposa, Joaquina de Osma, “bella, inteligente y voluptuosa dama, de origen peruano”, que lucía hombros y senos (¡oh, Melania!) “incomparables, revelados por los osados escotes”.
De nuestro padre Quevedo a un Nobel geopolíticamente asustado: “Vive para ti solo, si pudieres, / pues sólo para ti, si mueres, mueres”.
Para cobrar más miedo a Putin (seguramente lo único que vamos a poder cobrarle), decimos que no es demócrata porque, puesto por Yeltsin, lleva en el poder cinco años más que frau Merkel, puesta por Kohl, aunque si comparamos la Constitución de Herrero de Miñón (la española, no la guineana) con la de Yeltsin encontramos que las dos compiten en lírica ideológica sin separar los poderes, si bien la rusa permite a los rusos elegir el poder ejecutivo. Da igual, porque el poder legislativo se deriva de listas de partido y por sistema proporcional (invento de un telegrafista australiano para un continente desierto), que anula la representación.
Pero ¿nos quita de veras el sueño el sistema proporcional ruso? Eso, volviendo a Bobadilla, es… “¡literatura o cagarrutas de chivo!”