domingo, 20 de mayo de 2012

Plancton

Abc Cultural

    A los de Burgos el mar nos parecía una cosa “muy hermosísima”, pero demasiado igual.

    –Pepa, hija, no te acerques tanto

    –¡Cualquiera calcula las fanegas que tiene! (El mar, no Pepa).

    –¿De modo que ya allí enfrente no hay nada más que América?
   
Nada más

    Todas estas cosas, leídas en Pemán, que era un señor de Cádiz, nos inspiraba a los de Burgos el mar, hasta que el otro día una cantante madrileña cantó: “La mar está llorando / sus hijos se mueren / se va quedando sola / triste y vacía…”

    No es el “Quién maneja mi barca” de Remedios en Eurovisión (aquella gloria de Ullán en la locución del festival, imitada al año siguiente por Herrera), pero le hace a uno plantearse algunas preguntas sobre la lírica… y la mar.

    ¿Qué sabe Madrid del mar, salvo el resentimiento de no tenerlo a mano? Camba ensayó, sin éxito, la forma de imaginarse en Madrid el mar mediante un paseo en barca por el estanque del Retiro llevándose, a la vez, un percebe a la nariz.

    La cantante madrileña no está sola en su empeño por salvar los mares a base de versos libres. La acompañan un escultor que va a sacar una colección de joyas inspiradas en la aleta del tiburón (chinos, sacad vuestras manos de las soperas) y un cocinero michelineado dispuesto a servir menús a base de plancton y “pescados sin nombre”, que es una cosa que, hasta donde uno sabe, llevamos comiendo en Madrid toda la vida, y tampoco vamos a dar ahora nombres de restaurantes.

    –¿La merluza es de confianza?
   
Lleva con nosotros tres meses.
   
Yo no le doy mayor importancia a la iniciativa de la cantante, el escultor y el cocinero, pero el filósofo Sloterdijk considera que en el psicodrama de la razón moderna esta escisión de tipos pensantes (pensadores de tierra y pensadores de mar) es el factor cultural más importante.
   
Empiezas comiendo plancton y acabas cantando por Jorge Sepúlveda.