Vicente Llorca
En el capítulo I de Don
Quijote de la Mancha figura alguna de las prosas conceptistas del
salmantino Feliciano de Silva. Las que de tal manera fascinaban a Don Alonso
Quijano que terminaron por absorber la razón del entusiasta hidalgo.
Por ejemplo allí donde se dice: “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón
enflaquece que con razón me quejo de la vuestra fermosura “. Seguida de
aquella otra no menos célebre que rezaba: “
Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os
fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra
grandeza …”
Una de las consecuencias de este culto al ingenio literario
iba a producirse con la primera salida
aventurera de nuestro caballero andante – la que le conduciría a la famosa venta
castellana, regida por aquel ruin mesonero originario de la playa de Sanlúcar.
La otra, siglos después, tiene lugar con el fichaje como entrenador del Real
Madrid del portugués Carlos Queiroz, la temporada
2003-2004.
De lo que se deduce, en primer lugar, que el entusiasmo por
el conceptismo literario produce efectos
insólitos en distintos órdenes.
Y en segundo, que los entusiastas del culteranismo llegan a
veces a las conclusiones erróneas. En pleno fervor por la agudeza culterana lo
correcto hubiera sido el fichaje del
propio Feliciano de Silva. Con Queiroz ese año perdimos cinco partidos
seguidos. Y hasta con el Osasuna en casa.
Passio rethorica…