Buitres de San Pedro de Arlanza
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al final Rubalcaba, que ya luce badana de pavo reveladora de una edad serena, va a conseguir que le cobren a Reixa el Ibi de la Sgae, que es un edificio bien bonito, y sería lo único bueno que consiguiera en su prescindible carrera política.
Como ex velocista (algo modorro), Rubalcaba quiso pillar a Marta Domínguez, con paseos nocturnos entre tricornios. Y como hijo del arma de Aviación, tomó militarmente Barajas para salvarles a los domingueros un puente de la Constitución.
Rubalcaba fue el furriel del gobierno que cogió a España con dos puntos de superávit y la soltó con nueve puntos de déficit.
Acudió a las elecciones con un eslogan birlado a Franco (“Franco, sí”, del referéndum del 66) y dejó a su partido, heredero funcional del Movimiento, tiritando.
–De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad.
Aunque demasiado viejo para el papel, Rubalcaba ha roto ahora en Alvarito Palmares, aquel aviador de “De Madrid a Oviedo, pasando por las Azores” para quien ser izquierdista consistía en acostarse y levantarse tarde, no aplaudir en los toros cuando entraba el rey, decir que el problema de España es “un problema de cultura”, creer que todas las cosas están hechas “con dinero de los jesuitas”, pensar que el nuncio come todos los días salmón con mayonesa, decir “las urnas” en vez de “las elecciones” y la “calle” en vez de “la opinión pública” y, desde luego, pasarle al Arzobispado el recibo del Ibi que no paga la Ugt.
El Ibi como programa de mano (“sicut nec fricationem manuum”) de la izquierda.
El Ibi como programa de mano (“sicut nec fricationem manuum”) de la izquierda.