Romero Aceituno. 29 años.
Sindicalista y estudiante. ¿O al revés?
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Ayer, huelga de estudiantes, mi chico hizo sus dos últimos exámenes de Bachillerato: Inglés y Filosofía. El amigo de mi chico, repetidor en un colegio público al que no pudo ir “su colega” porque la madre sigue casada sin probar las mieles del divorcio y el padre tiene nómina controlada por Hacienda, estuvo en la Feria porque los profesores decidieron parar las clases y protestar contra “los recortes del Gobierno”. Los estudiantes sindicalistas de Córdoba se prodigan como bellotas en encinas milenarias y envejecen escandalosamente la media de edad de los universitarios con casi una treintena de años de esforzado batallar en favor de una educación a la que uno no sabe qué adjetivo poner. Si democrática, si laica, si plural... Lo que no cabe es conforme a los méritos, al esfuerzo o a la responsabilidad. Este sindicalismo que empuja a los adolescentes a desobedecer, insultar y agredir a los mayores, no es más que un carísimo salvoconducto regalado por peligrosas autoridades cuya máxima preocupación es el cerrilismo de una sociedad que vote.
Mayo en Córdoba es una tentación, y.... ¿cabe mejor disculpa para caer en ella que te empujen tus profesores? Doña Mar Moreno, esforzada perseguidora y contumaz enemiga de los alumnos aplicados, animó desde su púlpito de flamante Consejera de Educación Andaluza la dejación de funciones del profesorado a sus órdenes y la vagancia estudiantil que con tanto ánimo predica, consiguiéndolo sólo a medias por mor de ciertas vergüenzas que vienen aflorando en un número de docentes cada mes más numeroso.
Ayer, día de la huelga y Feria en la ciudad, jugaba el Córdoba contra el Cartagena y como es obligatorio pasar por el recinto ferial para acceder al estadio, la casualidad hizo que me topara con la caseta de los estudiantes, en el idioma progresista “una de las más animadas”, y reparé en lo ajustado del nombre con que la bautizaron: La Expiración.
Mi chico espera nervioso la Selectividad y le gustaría ir a Facultad en la que no se esté todo el día pensando en política, en lucha contra el ¿fascismo?, en aburridas libertades y en tardar tres años para aprobar un curso. Mi chico cree que la obligación del estudiante es aprender y demostrarlo en los exámenes. Mi chico ya tiene claro que una sindicalista estudiantil con 29 año no puede ser las dos cosas a la vez. Lo segundo, no puede serlo de ninguna de las maneras. Lo primero, lo es cualquiera.
-Padre... dame unos euros que he quedado con los de mi clase en la caseta de Los Estudiantes.
Mayo en Córdoba es una tentación, y.... ¿cabe mejor disculpa para caer en ella que te empujen tus profesores? Doña Mar Moreno, esforzada perseguidora y contumaz enemiga de los alumnos aplicados, animó desde su púlpito de flamante Consejera de Educación Andaluza la dejación de funciones del profesorado a sus órdenes y la vagancia estudiantil que con tanto ánimo predica, consiguiéndolo sólo a medias por mor de ciertas vergüenzas que vienen aflorando en un número de docentes cada mes más numeroso.
Ayer, día de la huelga y Feria en la ciudad, jugaba el Córdoba contra el Cartagena y como es obligatorio pasar por el recinto ferial para acceder al estadio, la casualidad hizo que me topara con la caseta de los estudiantes, en el idioma progresista “una de las más animadas”, y reparé en lo ajustado del nombre con que la bautizaron: La Expiración.
Mi chico espera nervioso la Selectividad y le gustaría ir a Facultad en la que no se esté todo el día pensando en política, en lucha contra el ¿fascismo?, en aburridas libertades y en tardar tres años para aprobar un curso. Mi chico cree que la obligación del estudiante es aprender y demostrarlo en los exámenes. Mi chico ya tiene claro que una sindicalista estudiantil con 29 año no puede ser las dos cosas a la vez. Lo segundo, no puede serlo de ninguna de las maneras. Lo primero, lo es cualquiera.
-Padre... dame unos euros que he quedado con los de mi clase en la caseta de Los Estudiantes.
Caseta en la Feria