lunes, 17 de julio de 2017

Iros, idos, irsen

Dumas

Hughes
Abc

En un artículo reciente, Milena Busquets hablaba de los hombres elegantes. Uno de los rasgos de elegancia era saber llevar las mangas remangadas. Yo empezaría por señalar como elegancia evitar decir “arremangadas”, cosa que a mí me resulta difícil. “Me remango la manga” me parece flojo, insuficiente, me suena mejor “me arremango”. Quedo mal, lo sé, pero siento que lo digo mejor. Es algo curioso: sé que lo digo peor, pero lo siento íntimamente como más dicho. Lleno más una necesidad de comunicación. Ahora quizás la RAE me de cobertura como ha hecho con el “iros”. Es un caso difícil. La forma correcta, “idos”, es inutilizable. Nadie puede cabalmente usarla en el lenguaje hablado: “Idos a…” Para empezar, el imperativo en plural es muy infrecuente. Es como de púlpito. Suena a mandato divino. “Comed y bebed todos”. Así sólo habla Dios (o quizás Florentino). De hecho, llevo todo el día leyendo el mismo ejemplo de uso: “iros a tomar por culo”. Porque a nadie se le ocurre su uso en otra posibilidad. Es decir, no es el iros, es una forma verbal entera en crisis. Lo normal es mandar sobre uno. “Mira, vete a Pamplona”. Pero es muy raro mandar a muchas personas. “Idos a Pamplona”. Claro, lo usual es que suceda en sentido figurado (“Idos a Pamplona a que os empitonen a todos ya de una santa vez”) y entonces, ese “idos” es ultracorrecto. La ultracorrección venía agravada por la coincidencia con el “idos” cultísimo. Los idus. Sonaba muy anacrónico. Era como si de repente uno hablase como un romano. “Idus de mi vista, tribunos pompeyanos!”.

Siguiendo el criterio correcto, el hablante se veía acorralado en la marginalidad social. La RAE funcionaba como un GPS ciego que te llevaba a un abismo de soledad, entre risas de la gente.
Antes de esta reconsideración de la RAE, la dificultad del asunto la resolvió Lola Flores con su “irsen”. He de reconocer que en este tiempo yo opté por eso. Entre el “iros” popular (aún recuerdo el “veros” rústico, el maravilloso “veros de aquí” que sonaba como si además te dieran un correazo), entre el “idos” estilo Yo, Claudio, y entre el “irsen”, esta última opción parecía la más moderada y útil. “¡Irsen ya de aquí!” Aminoraba el mandato en el sentido faraónico: si me queréis, si os importo un poco, “irsen”. Era un ruego. Era perfecto. Pero esta salida fue meramente decorativa y política. Aquí no decidía la gramática, sino un criterio “bienqueda”.

Ahora la RAE está siendo criticada, pero no lo tenía fácil. El hispanohablante necesitaba una salida porque el “idos” no lo usaba nadie, salvo cuatro de meñique entablillado. O se recurría al “irsen” o se buscaban otras fórmulas. El “iros” era ya fundamentalmente un uso destinado a increpar: Iros ya a la mierda, iros a tomar por culo, iros a mamarla… Llegados a este punto, exigir la corrección era absurdo. El lenguaje había llegado a un cortocircuito. El imperativo sólo se usa si eres Dios o si mandas a alguien a tomar por culo. Y entonces la RAE te obligaba a decir “idos”. Había que hacer algo y la RAE ha relajado un poco el estrangulamiento. Es más, creo que ha calibrado entre el iros o el “irsen” y ha preferido minimizar el mal sabiendo que el “idos” está perdido. Es más, yo aquí creo que Pérez Reverte, ha sido clave porque sus personajes sí que hablan así. Dicen cosas como “voto a bríos”.

La solución correcta es imposible. Sólo un cambio social revolucionario (quizás en un sentido reaccionario) rehabilitaría el “idos”. El “irsen” transfigurado en ruego es tan tentador que para evitar su generalización se ha hecho esta reformilla del “iros”, como mal menor.

La democratización de la Academia según García Viñó