El turismo no pasa, pero vienen en moto
Francisco Javier Gómez Izquierdo
-Unai, Unai, ¿por qué nos has abandonado?
¿Para qué tantas vueltas tácticas antes del partido? ¿Acaso no te fue bien en París en el partido de ida? Ya tienes un nombre, Unai. Tu eres Émery. No puedes abandonar tus principios y querer ser Maguregui por un día. No puedes renunciar al contraataque y hacérselo evidente al rival por mucho que te intimide Messi. ¡Cuánto desaliento al ver sacar de esquina al Barça y a Cavani despejando! Nadie arriba que incomodara al cierre que no era otro que Mascherano al que se le pueden sacar los colores en dos o tres carreras. ¿No viste que tu colega Luis Enrique salía sin laterales? Ya, ya... estabas convencido de que con todos atrás te podían colar dos o tres, pero nunca cinco; no habías previsto el desbarate de tu portero; tampoco las malas condiciones, me da que anímicas, de tu lateral derecho y por supuesto la nefasta parcialidad de un árbitro que los que andamos en el fútbol pobre nos recuerda al inclasificable Arcediano Monescillo de temporadas pasadas. Sí, sí... el árbitro tiene mucha culpa de tu desgracia, pero no me negarás que es contraproducente pasear por malas calles con un cordón de oro al pescuezo y un rólex en la muñeca. Da por seguro que te roban. Dos arriba, Unai, dos arriba. Cavani y el Fideo y que ellos se vuelquen todo lo que quieran. Alguna les llega y seguro que la lían.
Nos has vendido, Unai. Los Emeristas estamos con la cara partida porque hemos defendido tus conocimientos y competencia ante mucha gente cerril que creemos que no te valora como mereces. Yo te daba finalista de la Champions a poca suerte que tuvieras e incluso dejé puesto en Salmonetes... tras el 4-0 en París, que tu equipo era el tapado. Nos has hundido. El PSG me da igual, Unai, pero tú no. En esta Champions yo iba contigo, pero tú mismo has provocado el terremoto y te lo tengo que afear. Éste partido te perseguirá toda tu vida porque se ofrecerá a la menor oportunidad a las futuras generaciones de culés para compararlo (y enfrentarlo) con las remontadas del Bernabéu y tú tendrás que soportarlo. Y contigo un servidor, porque no dudes que sigo creyendo en ti. No vuelvas a buscar soluciones ajenas, Unai. Sé tu mismo y manda jugar. No vuelvas a ser Maguregui.
Al final siguen los tres: Bayern, Barça y Madrid. Entre ellos estará la cosa si el Atleti, mi otro tapado, no me deja, como el PSG, en feo. El Nápoles duró 45 minutos. 45 minutos muy intensos que pudieron dejar en la cuneta al Madrid de Zidane, ese entrenador de sota, caballo y rey... pero al Nápoles le falta oxígeno para aguantar un partido completo y su defensa transmite demasiada intranquilidad, con un Coulibaly gran generador de taquicardias.
El Bayern despachó al Arsenal con la facilidad habitual de todos los años. Arséne Wegner es entrenador muy respetado por el mundo del fútbol que le ha querido colocar en Madrid, Barcelona, Milán, Turín... y aún me pregunto por qué, pero en fin, los ingleses y los oráculos del balompié sabrán. Ahora ya no. Ahora le quieren jubilar y le descubren las carencias que siempre hemos puesto por aquí.
Resucitó el Dortumund en el Westfalenstadion, que creo ya no se llama así. Ese campo sí que es un infierno de verdad y sus aficionados imponen al más pintado. 4-0 ante el Benfica es resultado quizás demasiado abultado, pero parece que estos octavos van de goles. 6-1 ¡madre mía! Aún no me lo creo.
Tres goles en los últimos cinco minutos. ¿Cómo te ha podido pasar ésto a ti, Unai?