Dinamo de Lobanovsky
Con el portero Chanov, Kutznesov, Mihailichenko, Zavarov, Belanov, Vassili Rats....
Francisco Javier Gómez Izquierdo
La segunda sesión de octavos se presentaba como mero trámite para el Atleti y la Juve, tan discretos y sobresalientes en la ida como serios en la relajación de la vuelta ante sus aficionados. No vi sus partidos por estar el martes pendiente del Sevilla con el Leicester y atento ayer a la ebullición de un Mónaco que de momento anda comiéndole las tostadas en Francia al hasta antier incontestable PSG.
Al Mónaco suelen ir muy buenos futbolistas de jovencitos. No estoy ya tan al tanto de cómo estaba hasta hace unos años, escribo fiado de mi ya traidora memoria, pero recuerdo a Weah, Barthez, Thuram, Márquez, Ettori, Henry, los comienzos de Evra, James o ese Martial casi juvenil que nos maravilló hace dos años. Esta temporada no sólo destacan dos o tres talentosos objetos de deseo para los clubes ricos de Europa. Esta temporada, en el Mónaco de Jardim, todos son músicos tan excelentes -bueno, menos el portero Subasic, pero ya les tengo dicho que no hay portero que me convenza- que a mí ya me han ganado para su causa, como me ganó aquel Dinamo de Kiev del gran Lobanovsky o la maravillosa juventud del Ajax que de modo tan sensacional disciplinó mi admirado Van Gaal.
Bernardo Silva no lleva la batuta con el virtuosismo del Zavarov que enamorara a Luis Aragonés y goleara al Pato Fillol. La lleva con cierta anarquía y con esa alegría que suele incomodar a los entrenadores, pero que entusiasma a los aficionados. Al capitán Germain quizás le falte talento para llegar al Rats ucraniano y la negritud de Mbappé no guarde semejanza con la palidez de Belanov, pero el delantero monegasco tiene la juventud y creo que mayor calidad del Kluivert que Van Gaal entrenó para ser campeón de Europa. Me gusta este Mónaco de centrocampistas jugones y laterales tan a lo Gordillo que ha presentado en sociedad a un Mandy sensacional, al que imagino veremos el año que viene en la plantilla de uno de los cuatro grandes de Europa.
El Mónaco ha sido más vistoso y más atrevido, sin necesidad de Falcao, que el City de Guardiola y como además es el enamorado de un príncipe de los de verdad ha llegado a cuartos con todo merecimiento y a pesar de que en el fondo es, junto al Leicester, el equipo preferido en el sorteo para los tres grandes, no me extrañaría que se le atragantase tanto al Madrid, Bayern o Barça.
¿Y el Sevilla? Pues el Sevilla es mejor equipo que el Leicester, juega mejor que el Leicester y debió eliminar al Leicester, pero el Sevilla tiene un entrenador obsesionado con el fútbol que acierta casi siempre, pero al que a veces le traicionan sus obsesiones. No voy a juzgar la tontería de Nasri ante Vardy, pero para mí, un aficionado que opina como aficionado, el francés sobraba en el once palangana. ¿Por qué? Porque es medio que parece más de lo que es y engaña más de lo soportable. Nasri para el juego, entretiene el balón y su fútbol carece de la precisa profundidad que requieren las grandes noches, por más que se aplaudan sus virguerías ante el Spórting o el Osasuna, pero el fútbol no es como uno lo ve y luego pasa lo que pasa.
Creo que el Leicester es el “chollo” del sorteo, pero no me negarán que Zidane, Luis Enrique o Ancelotti sentirán un nuevo y extraño respeto cuando se enfrenten a un colega llamado Shakespeare.