Pulitzer
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Entre los estudios básicos que Joseph Pulitzer prescribe para su Escuela de Periodismo está la literatura política.
–Espero poder dar por sentado que se prestará especial atención a los famosos “Federalist Papers” de Hamilton…
Ninguno de los que en el periodismo y la política se dicen “nosotros, los demócratas” saben hoy una papa ni de Pulitzer ni de Hamilton, cerebro político, militar y económico de George Washington, al que Obama, el huero, chirle y hebén Obama, quería retirar de los billetes de diez dólares para poner, tal vez al Papa Bergoglio (“In God We Trust!”), tal vez a los hermanos Castro. La presión feminista no reparaba siquiera en la leyenda homosexual del inventor –sin saberlo– de la “democracia representativa”, ahora indultado por Broadway, que obra con Hamilton como La Maestranza con el toro “Cobradiezmos”, merced al éxito del musical de Lin-Manuel Miranda, un García-Alix del hip-hop, flamante Pulitzer del teatro.
Tom Paine dividía en cuatro clases a los partidarios de la reconciliación con Inglaterra: interesados, en quienes no puede confiarse; débiles, que no pueden ver; prejuiciosos, que jamás verán; y acomplejados con un concepto de Europa más alto que el merecido, los peores, pues causarían a América más calamidades que los demás juntos.
Obama es de ellos, y si sus sinsorgadas hubieran sido proferidas por Bush todo el mundo pensaría que en alguna parte hay un pueblo al que este hombre está privando de un idiota.
Responsable directo del descalzaperros sirio, Obama anda en Europa diciendo que frau Merkel está “en el lado correcto de la historia” (la corrección histórica como rama más fascistoide de la corrección política). ¿De qué historia habla un tipo que en Viena pide perdón por no hablar el austriaco, o que proclama la superioridad del islam sobre la inquisición cordobesa (?) con la desfachatez que el crítico gastronómico del NYT posa en la Mezquita diciendo que desde allí dirigía Felipe II su imperio?