miércoles, 3 de octubre de 2012

Mamelos

Özil, y su mirada Bette Davis, y Ramos, y su toque Apocalypto

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Vivimos en una sociedad Masmelos, urbana, o con vergüenza de ser de pueblo, como cualquiera puede comprobar chocando una mano en Madrid y chocando otra mano en Chinchón.
    
La sociedad Masmelos tiene poco que ver con los sexos, pues lo mismo blandean las chicas de la natación que esos chicos de la tauromaquia que no quieren novillos de Moreno Silva.
    
La sociedad Masmelos es la última estación de la socialdemocracia, cuyos caballeros vienen a ser todos como aquel tenor napolitano que, según Maeztu, al dar su ficha policial, decía: “Maccio, ma non fanatico”.

    En la sociedad Masmelos el periodismo más comprometido acorrala al presunto mejor futbolista de la historia para plantearle la cuestión definitiva:

    –¿Tiene usted cosquillas?

    La superación de aquella “represión falocrática” que por lo visto era la mili (cosa que vio el belicista Aznar, pero no el pacifista Gonzalón, bajo cuyo régimen juré bandera en Araca) ha hecho mucho por la sociedad Masmelos.

    Si Sergio Ramos hubiera pasado por la mili, ahora no jugaría a Rambo sin causa en el vestuario del Madrid con frases como de melodrama de Trueba, “yo muero con mis ideas”, pues Ramos, que no ha leído a Camba, no sabe que las ideas son como las corbatas: cuanto más originales ayer, más ridículas hoy, y, una vez inservibles, mejor arrojarlas al fuego, porque si se tiran por la ventana alguien las recoge para presumir luego con ellas ante quien las ha desechado.

    Messi no tiene cosquillas y Ramos no tiene… corbatas. Es la sociedad Masmelos, donde ni los toreros quieren toros, ni las gimnastas quieren gritos (¿cómo se puede competir sin gritar?) ni los jóvenes cadetes quieren instrucción militar. Y con este blandiblú pedimos que Mariano talle una piedra.