Finalmente no recibí la invitación al astracán tipo Muñoz Seca celebrado ayer en Dueñas que tasó –más bien que casó, sugiere un malvado tuitero– a Alfonso Díez con la Duquesa. Y en fin, que coman perdices, oigan, mientras quepan por la sonda. En cambio decidí acompañar a un político del que se rumorea que apunta maneras, un tal Alfredo Pérez Rubalcaba, ayer en visita letraherida –palabro que aprendí del Babelia– a la Feria Internacional del Libro en Ifema. Ya ven, 28 años sin pisar la gran lonja madrileña y dos tazas en la misma semana. Pero es que le intrigan mucho a uno los gustos literarios del candidato socialista o Fouché comprado en los chinos al decir de Ruiz Quintano.
¿Qué libros hojearía? ¿Sopesaría en sus nervudas manos de pinza eléctrica la historia del jefe de los maderos jacobinos, de Zweig? ¿Se dejaría fotografiar acariciando las barbas satinadas de Rajoy en la autobiografía que afirma haber escrito, o no, el próximo presidente de España? ¿Buscaría El príncipe de Maquiavelo para echárselas de afín a su propia fama? ¿Algo del tal Sarri, ensayista euskaldún, Houdini del encaste Marijaia y seguramente hombre de paz? ¿Un manual de mitología?
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*Sobre la impostada afición de Rubalcaba a Giner de los Ríos, véase el izquierdismo de Alvarito Palmares, que en “De Madrid a Oviedo, pasando por las Azores” enumera los mandamientos del perfecto izquierdista de salón, a saber: acostarse y levantarse tarde; no aplaudir en los toros cuando entra el Rey; sostener, sin haberlo leído, que Unamuno escribe “bestialmente”; opinar que las tierras destinadas a las ganaderías de toros bravos pueden servir para criar naranjos; decir que el problema de España es “un problema de cultura”; pensar que el Nuncio come todos los días salmón con mayonesa; no ser bolchevique, pero pensar que “lo de Rusia es una experiencia interesante”; no llevar sombrero; decir “las urnas” en vez de “las elecciones” y “la calle” en vez de “la opinión pública”; opinar que los obispos no son cristianos; y citar, en fila, sin variar el tono, a Sócrates, Marco Aurelio, Cristo, Nietzsche y don Francisco Giner de los Ríos.