PEPE CAMPOS / KAOHSIUNG
OTRA IDEA PARA GALLARDÓN
OTRA IDEA PARA GALLARDÓN
En Madrid, últimamente, la cosa de la circulación parece que va de carriles. Y en esa ganancia de territorios se echa en falta una notable ausencia carrilera que le puede dar ‘singularidad’ al Madrid gallardonés: el carril moto taxi. Un tipo de servicio que hemos visto funcionar a la perfección en el Saigón -que apoya a Gallardón-. En las aceras de esta ciudad vietnamita los taxistas se dispersan y se ofrecen estratégicamente, y se posicionan cómodamente, en espera de clientes para conducirlos por el piélago cementero de la urbe.
La moto en Saigón es un mundo sin igual que sobrevive apegado a la cementera realidad. Sus conductores son verdaderos artistas de la recta y de la curva, de la inclinación y de la elevación. De vivir en el alambre. Los taxistas de la moto bordan todas las armonías, los equilibrios y las posturas. Viven en la moto, para la moto, de la moto. Un ejemplo estimulante que podrá ser motivo de emulación para los amantes de la bici, para sus forofos.
El moto taxi saigonés es un modo de vida que encontrará su razón de ser en el Madrid de la gallardonía, para congeniar con compañeros de camino, afines, traídos bajo el brazo por Gallardón, padre de la idea carrilera en las aceras madrileñas (ciclistas, moteros y chancleteros), territorio para el refugio de los incomprendidos (fumadores, trasegadores del botellón y amos de perro) con esturreo de corotos de diseño (estufas, ventiladores, bolardos, chiringuitos, marquesinas) y con la fuerza motriz de lo moderno aparcada (la bici, la moto y el coche, en el deseo).
Por ello entre tanta aglomeración urbana el peatón necesitará salir de naja en una moto taxi vietnamita para llegar a la multicultural Calle 30 y recorrerla, para atravesar la M-10 con potencia, para ir de un lugar a otro, hasta situarse, finalmente, en su carril, de a pie, pegado a los portales. ¿Y el paseante? Al paseante le tocará estar al loro.
La moto en Saigón es un mundo sin igual que sobrevive apegado a la cementera realidad. Sus conductores son verdaderos artistas de la recta y de la curva, de la inclinación y de la elevación. De vivir en el alambre. Los taxistas de la moto bordan todas las armonías, los equilibrios y las posturas. Viven en la moto, para la moto, de la moto. Un ejemplo estimulante que podrá ser motivo de emulación para los amantes de la bici, para sus forofos.
El moto taxi saigonés es un modo de vida que encontrará su razón de ser en el Madrid de la gallardonía, para congeniar con compañeros de camino, afines, traídos bajo el brazo por Gallardón, padre de la idea carrilera en las aceras madrileñas (ciclistas, moteros y chancleteros), territorio para el refugio de los incomprendidos (fumadores, trasegadores del botellón y amos de perro) con esturreo de corotos de diseño (estufas, ventiladores, bolardos, chiringuitos, marquesinas) y con la fuerza motriz de lo moderno aparcada (la bici, la moto y el coche, en el deseo).
Por ello entre tanta aglomeración urbana el peatón necesitará salir de naja en una moto taxi vietnamita para llegar a la multicultural Calle 30 y recorrerla, para atravesar la M-10 con potencia, para ir de un lugar a otro, hasta situarse, finalmente, en su carril, de a pie, pegado a los portales. ¿Y el paseante? Al paseante le tocará estar al loro.